La magia de las palabras

Cada día hacemos gran uso de las palabras, decimos probablemente miles de ellas, escribimos unas cuantas según en qué nos ocupemos; las pensamos, las leemos, las oímos o escuchamos, incluso las cantamos. Están por todas partes, son el principal instrumento con el que contamos para comunicarnos.

Es interesante la palabra ‘comunicar’, su significado, sencillamente, quiere decir poner cosas en común, establecer un medio en el cual podemos dar y recibir información, y relacionarnos de acuerdo a las cosas que aceptamos como nuestro medio. Comunicarse es crear y compartir una realidad.

Así es que sucede que todo lo que vivimos, nuestra realidad, se va relacionando con palabras, frases y discursos. Las palabras pueden traer a nuestra mente (recrear en nosotros) personas, lugares, objetos, emociones, pensamientos, ideas; hasta que terminamos por poder describir ‘todo’ lo que conocemos, sentimos, lo que nos pasa y lo que somos, con palabras, terminamos por identificarlas como la ‘realidad’.

Pero las palabras que sostienen esta ‘realidad’ que vivimos no son las únicas que podrían hacerlo. Lo tangible de dicha realidad viene de aceptar lo que estas palabras quieren decir, no de las palabras en sí. Entonces es que, con las mismas (y otras) palabras, podemos crear otras realidades muy diferentes entre sí o tan similares que sólo son variantes, un consenso.

Aquí tengo una infaltable pregunta para ti, hecha de dos maneras: ¿Eres consciente de la realidad que estás creando y proponiendo? ¿Puedes reconocer la realidad que estás aceptando?

Las palabras que usas determinan tu realidad, las cuales están a su vez determinadas por tu intención. Ella te lleva a escogerlas y usarlas de determinada manera. ¿Cómo las usas? ¿Qué es lo que quieres con ellas? Si con ellas creamos una realidad en la cual podemos interactuar, le damos sentido al mundo, inventamos puntos medios entre seres que parecen separados por su realidad física; si con ellas creamos modelos, mapas para guiarnos ¿a dónde estás llevando a otros, a dónde te estás llevando a ti mismo? ¿Qué te dices a ti mismo? ¿Qué nos estás diciendo?

(Podrías crear cualquier cosa, tanto que podrías crear un mundo no común, uno que nadie más comparte o experimenta salvo tú; puedes crear un cierto tipo de locura.)

Tu voz es el sonido de tu intención, tus acciones son su forma. Todos mentimos de palabra, algunos mienten de acción, pero nadie puede mentir de intención. Ella no es algo intangible que sólo tú conoces dentro de ti. Todos la conocemos a través de ti. A veces la aceptamos, a veces no. A veces te escuchamos, pero a veces sólo oímos lo que deseamos.

¿Estás consciente de tu intención? ¿Hablas con un propósito consciente de construir algo o simplemente dices palabras como si fueran un accidente más que te sucede, algo que has memorizado? ¿Quieres guiarnos erradamente para manipular y obtener o quieres compartir con nosotros?

Puedes escoger tus palabras y tu intención, forman parte integral de quien eres. Al mismo tiempo, no olvides que todo lo que dices influye a quienes te rodean. Tu medio y tu percepción de él cambian según lo que dices de él. Las palabras son mágicas, con ellas puedes darte poderes (yo soy …), puedes levantar mundos y en cada uno de ellos diferentes cosas son posibles. Todos son reales, todos son voluntarios.