Carmen Mola
Inspectora Elena Blanco 1
Sello Alfaguara
Colección Alfaguara Negra
408 páginas
#prenda223
«En Madrid se mata poco», le decía al joven subinspector Ángel Zárate su mentor en la policía; «pero cuando se mata, no tiene nada que envidiarle a ninguna ciudad del mundo», podría añadir la inspectora Elena Blanco, jefa de la Brigada de Análisis de Casos, un departamento creado para resolver los crímenes más complicados y abyectos.
Susana Macaya, de padre gitano pero educada como paya, desaparece tras su fiesta de despedida de soltera. El cadáver es encontrado dos días después en la Quinta de Vista Alegredel madrileño barrio de Carabanchel. Podría tratarse de un asesinato más, si no fuera por el hecho de que la víctima ha sido torturada siguiendo un ritual insólito y atroz, y de que su hermana Lara sufrió idéntica suerte siete años atrás, también en vísperas de su boda. El asesino de Lara cumple condena desde entonces, por lo que solo caben dos posibilidades: o alguien ha imitado sus métodos para matar a la hermana pequeña, o hay un inocente encarcelado.
Por eso el comisario Rentero ha decidido apartar a Zárate del caso y encargárselo a la veterana Blanco, una mujer peculiar y solitaria, amante de la grappa, el karaoke, los coches de coleccionista y las relaciones sexuales en todoterrenos. Una policía vulnerable, que se mantiene en el cuerpo para no olvidar que en su vida existe un caso pendiente, que no ha podido cerrar.
Investigar a una persona implica conocerla, descubrir sus secretos y contradicciones, su historia. En el caso de Lara y Susana, Elena Blanco debe asomarse a la vida de unos gitanos que han renunciado a sus costumbres para integrarse en la sociedad y a la de otros que no se lo perdonan, y levantar cada velo para descubrir quién pudo vengarse con tanta saña de ambas novias gitanas.
Lectura conjunta de Oasis Literario
La novia gitana no es apta para estómagos sensibles. No. No lo es. Y aunque he disfrutado de la lectura y no me arrepiento en absoluto de haberle dado una oportunidad (es más, voy a continuar con la trilogía), reconozco que de haber sabido con anticipación el tipo de escenas a las que iba a tener que enfrentarme, ni me hubiera planteado conocer a la inspectora Elena Blanco.
Pero todo apunta a que cuánto más me adentro en el género, más me voy endureciendo. Arriesgué con El cuarto mono y me quedé encantada a pesar de los malos ratos que me hizo pasar en ese sentido, sucumbí a mi curiosidad por esta novela de Carmen Mola y mi sensibilidad ha sufrido tal vez incluso más que en la precedente pero aún así, después de todo, parece que voy a reincidir con La red púrpura (segunda entrega). En definitiva, creo se me está curtiendo el pellejo lector.
Destaco dos aspectos de esta novela. Por un lado sus tramas. El caso policial que concluye en este primer libro consigue mantener la intriga y, además, presenta giros (unos más esperados que otros) que enriquecen la investigación y que, en mi opinión, son fundamentales en las historias del género. Y también el hilo conductor que se desarrolla a lo largo de la trilogía y que, entendemos, tendrá su desenlace en la tercera parte, aunque La novia gitana también nos deja pistas de que enLa red púrpura tendrá un peso muy importante. Las dos investigaciones son interesantes, intrigantes, duras, muy duras; pero, en definitiva, un acierto a la hora de enganchar al lector.
Por otro lado, sus personajes. Todos los miembros de la brigada que se harán cargo del caso de la novia gitana, así como algunos de aquellos que se verán salpicados por la trama, tienen su caracter definido y un rol perfectamente establecido. Además, la protagonista absoluta, la inspectora Blanco, resulta un personaje complejo, con más sombras que luces y que escapa del prototipo de mujer desvalida e incapaz de representar determinados papeles dentro del gremio policial. Aunque debo decir que esto no es novedoso, que la tendencia actual dentro del thriller y la novela negra está siendo la de presentar determinados cargos de los cuerpos y fuerzas de seguridad ostentados por mujeres aguerridas a las que no se les pone nada por delante. Si en un principio me costó comprender a Elena y alguno de sus comportamientos, fui poco a poco empatizando, más a medida que ella me iba mostrando sus fantasmas, hasta tal punto que he sentido pena y una absoluta implicación con su realidad y sus sentimientos, aunque no con su forma de afrontarlos. Pero la vida a veces no tiene piedad y cada uno/a la encara como puede o como en ese momento solo sabe hacerlo, aunque traiga consigo errores.
Una lectura ágil. Sus capítulos cortos y el avance a ritmo constante de la investigación, que aunque presenta escollos y pequeños parones, el lector no los percibe como tales en el conteo de páginas, hacen que esta novela recoja lo que muchos esperan del género: una historia vuelapáginas.
¿Recomendable? Sin duda. Especialmente para aquellos que no se achican ante escenas crudas y saben disfrutar de una novela negra. Si no eres asiduo y te pica la curiosidad, pisa el terreno con precaución, porque Carmen Mola no se anda con chiquitas.