La sociedad civil aún respira

La persona que me atendió en recepción tenía un "deje" especial.
El que limpiaba mi cuarto tenía sindrome de Down.
El que servía la comida tenía una conversación fuera de lo común.
Demasiada coincidencia. ¿Dónde estaba yo? Mi familia y yo estabámos por trabajo en Barcelona y nos alojábamos en el albergue juvenil INOUT, un hostal estupendo, limpio, decorado con mucha creatividad, conexión wifi y ambiente familiar. Lo que yo no sabía, ni me habría podido imaginar es que fuera mantenido por gente con alguna discapacidad.
No tuve tiempo de buscar al gerente para que me contase más sobre el asunto, pero la experiencia no pudo ser más positiva. Se trata de un hostal en perfecto funcionamiento. Limpio, o mejor dicho, limpísimo. Con internet en todo el edificio. Con un buen ambiente. Yo iba con mi hijo de 13 meses y nos ayudaron en todo lo que pedímos (incluido modificar su horario de limpieza de los cuartos). Y decorado de forma espectacular, me hacía creer estar en otro sitio.
Por lo que pude comentar con algunos empleados parece que el albergue se autofinancía y por lo que pude ver pueden estar trabajando en el refugio unas 10-20 personas con alguna discapacidad física o psiquica.
No hace falta que entre en los beneficios de un modelo como este. Se puede ser economicamente rentable y a la vez hacer de este mundo un mundo mejor.
Todos conocemos alguien en nuestro entorno con discapacidad y sabemos lo dificil que es para ellos hacerse un hueco en esta sociedad y en este sistema. Una iniciativa como la del albergue INOUT no sólo es impresionante sino que además demuestra que las cosas pueden funcionar aún rompiendo los moldes impuestos.
En una sociedad donde el gobierno no para de engordar y toma responsabilidades que nadie le pidió que tomara, es bueno recordar que la mejor ayuda social es aquella que proviene de organismos privados y no de la teta del estado a la cual muchos se quieren amorrar pero a pocos se le permite, aunque se diga lo contrario.
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