inició su deserción
hacia una cruzada inacabada.
Sin esperanzas de amar.
Viviendo mi ciega soledaden inhóspito solar
que los hoscos llaman libertad.
Marchaste sin un adiós,
dejándome roto de dolorsin poder rogar a Dios
que tranquilizara ese resquemor.
No deje de suspirarte,
hasta que tu voz me gritó: "ahoravuelve a ser el caminante
que siempre en mi inmortalidad mora".
FIN