En febrero de 2020.
Yo creía en la iglesia. Creía en la fé. Creía en dar sin recibir nada a cambio.
Creía en la magia, creía en el amor desinteresado.
Creía en las personas, en la familia.
Hoy no creo en nada. No creo en nadie.
La única creencia que me queda, soy sólo yo. Creer en mí.
Así es como la vida me ha golpeado y destruido.
Esto soy yo.