Leopardo, de Fabi White
Lo primero que debes entender
es que no se trata de dejarse caer sin más,
no basta con perder el equilibrio.
Derrumbarse implica voluntad,
varios kilos de nitrato de amonio y queroseno
repartidos por el cuerpo:
en las cuencas oculares, entre las costillas,
en los pabellones auriculares y en las plantas de los píes.
Lo segundo que debes saber
es que somos materia sensible,
principio detonador de carga expansiva:
aunque trates de elegir el momento
y el lugar adecuado para cada estallido
nunca acertarás,
siempre causarás victimas colaterales.
Lo tercero y último que debes recordar
es que no existe una única forma de recomponer el cuerpo,
que puedes violentar tu arquitectura cuantas veces quieras.
El proceso de demolición implica la pérdida parcial
de las anteriores coordenadas:
traza nuevas tangentes, recupera tus suministros,
elabora nuevos explosivos y prepárate
para la siguiente detonación.