Revista Diario

Lamia, lapurra eta eguzkilorea (relato)

Publicado el 07 diciembre 2018 por Sassenach13

¡Hola de nuevo!:
Lo sé esto os pilla de sorpresa. Creedme a mí también. Si vengo hoy con este post es porque me he enterado de casualidad, a través del blog de Luna Paniagua, de un concurso patrocinado por Iberdrola, y Zenda, y me apetecía probar suerte. Además el plazo se acaba en muy pocos días, con lo cual no podía posponerlo más.
Se puede participar tanto en castellano como en euskara. Tenéis aquí las bases del concurso al completo.
Yo inicialmente he escrito mi relato en euskara, pero estoy bastante desentranda con el idioma, y no me fío mucho de que haya conjugado bien los verbos ni de que haya declinado bien los sustantivos. Y la puntuación no sé si será la adecuada. De todos modos correré el riesgo, porque al traducir al castellano se pierden ciertos matices. Sea como sea, no os preocupéis que esa versión también os la dejo, para que podáis comprender la historia.
Espero que os guste.

Foto de bosque para ilustrar el relato de Lamia

Fuente: Blog A pelo y pluma


Lamia, lapurra eta eguzkilorea
Bazen behin lamia bat, eder baino ederragoa, negarrez ari zena egun osoan zehar, guztiz maiteminduta zegoelako bere urrezko orraziaren lapurraz. Hura, ebaslea, alegia, egunero hurbiltzen zen neskaren bila eguzkilore batekin. Hilabete batzuk egon ziren horrela, basoan elkartzen. Baina, denok badakigunez, lamiak erdi ahateak dira; beraz, haien arteko amodioa ezinezkoa zen, lapurra gizona baitzen.Hasiera batean, gizonari ezberdintasun hori ez zitzaion inporta, baina bere familiakoei kontatzean, haiek ez zeuden egoera horrekin batere ados. Eta azkenean gaztea senidekoen gomendioak jarraituz ez zen inoiz basora itzuli.

Lamiak —hortik aurrera, gero eta goibelago sentitzen zenez, bere maiterik ezaren ondorioz— ez zuen bere ilea berriro orraztu. Zenbat eta denbora gehiago pasa, orduan eta betilunago zegoen, eta beti izandako edertasuna galtzen hasi zen. Gau batean, konturatu gabe, lamia bere ibaiertzetik urrundu zen, Anbotoko Mariren kobaraino iritsiz. Hainbat pauso eman zituen hara ailegatzeko —bere hankak ahate baten itxura izateagatik asko kostatu zitzaion, jakina— eta hainbeste tanta atera ziren bere begietatik denbora horretan, ezin nekatutago zegoela. Eta azkenean, lotan geratu zen haritz baten gerizpean, haitzuloaren hurbil.Egun batzuetan gelditu zen hantxe, lo etengabean, emakume gajoa. Baina bere ametsak ez ziren batere zoriontsuak izan, ezta lasaiak ere; are gehiago, bere arimaren tristurak eta bere gorputzak azpiko belarrak eta hurbil zeuden landare eta zuhaitz guztiak zimeldu eragin zieten. Horregatik, Amalurrek, Mariren laguntza eskatu zuen. Eta honek, Amalurren azalpenak entzun bezain laster, eta aintzakotzat hartuz —leizeren inguruko sarreran gertaturikoa behin ikusita—, lamiaren nahiak eta Amalurren otoitzak betetzea erabaki zuen. Dena den, egia esan, orduko, Lamia ez zen lamia, ia emakume arrunta baizik.Zorionez, handik aurrera, Lamia ez zen ibaian bizi; zoriontsua izan zen berriro, bere benetako maitasunarekin, ordea. Kondairaren arabera, Lamia gizakiaren antza lortuagatik ere, bere senarra baino askoz hamarkada beranduago hil zen; eta lurperatzean, bere zerraldoak eguzkilore bat omen zeukan estalki gainean.


LAMIA*, EL LADRÓN Y EL GIRASOL
Érase una vez una lamia hermosísima que lloraba durante todo el día, porque estaba locamente enamorada del ladrón de su peine de oro. Aquel ladrón se acercaba a diario con un girasol en busca de la chica. Estuvieron así durante meses, reuniéndose en el bosque. Pero, como todos sabemos, las lamias son medio patos; por tanto su amor resultaba imposible, puesto que el ladrón era un hombre.

Al principio, a éste no le importaba esa diferencia, pero al contarlo a su familia, ellos no estuvieron de acuerdo, en absoluto, con la situación. Y al final, el joven haciendo caso de las recomendaciones de los suyos no regresó jamás al bosque.Como la lamia se sentía cada vez más apenada, por la ausencia de su amado, no volvió a peinar sus cabellos. Cuanto más tiempo transcurría, mayor era su tristeza, y comenzó a perder su hermosura de siempre. Una noche sin darse cuenta, la lamia se alejó de la orilla de su río, llegando hasta la cueva de Mari en el Amboto. Caminó tanto —a pesar de la dificultad por sus piernas de pato— y había derramado tantas lágrimas en ese tiempo que estaba agotada. Por lo que finalmente se durmió bajo la sombra de un roble cercano a la cueva.La desdichada mujer permaneció dormida, allí mismo, durante varios días. Sin embargo, sus sueños no resultaron ni felices ni tranquilos. Es más, la tristeza de su alma y su cuerpo marchitaron todo bajo éste, y todas las plantas y árboles de los alrededores. Por eso la Madre Tierra pidió ayuda a Mari. Y ésta al escuchar sus explicaciones —y darlas por válidas al comprobar lo sucedido en los alrededores de la cueva—, decidió cumplir los deseos y ruegos de la lamia. De todos modos, a decir verdad, para entonces Lamia ya no era una lamia, sino una mujer casi normal.Por fortuna, Lamia no volvió a vivir en el río. Sin embargo, recuperó la felicidad al lado de su único amor. Según cuenta la leyenda, aunque Lamia tenía aspecto humano, falleció muchas décadas después que su marido, y al enterrarla parece ser que sobre la tapa de su ataúd había un girasol.

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*La palabra Lamia no cuenta con una traducción al castellano, por eso permanece intacta en mi relato al transcribirlo a ese idioma. No obstante, podríamos considerarlo como una especie de ninfa.
Para ayudaros a comprender la importancia de estos elementos en la tradición vasca os dejo varios enlaces que explican su procedencia, historia o simbolismo:
  • EGUZKILORE o girasol.
  • LAMIA
  • MARI
  • AMALUR
En fin, espero vuestra opinión en los comentarios. ¿Os ha gustado?
Nos leemos.
Un besazo.
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Hace años, cuando escribía, casi con la misma rapidez con que llegaba el aire a mis pulmones, te invitaba a que paseases también por este rincón. Pero, por un tiempo, las letras me abandonaron y me refugié en el scrap, la bisutería y el mix media. Producto de esa etapa nació:
    www.fabricadeartesania.com
Afortunadamente, las letras han regresado a mi vida y no pienso renunciar a ellas.Te lo contó Rebeca.

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