Revista Talentos
Las ciudades del otro lado
Publicado el 04 octubre 2016 por JoseoscarlopezY así llegaron un buen día, como de entre la bruma, los rostros dudosos de todos esos extranjeros, así como el rumor de sus extrañas e indescifrables lenguas. Habría que hablar, en todo caso, de una leve pero constante, firme sensación de que ahí, al otro lado, lejos y en alguna parte recóndita, había la existencia fehaciente de otras muchas, muchísimas ciudades. Tantas como estrellas había en el cielo, y como ellas invisibles a lo largo del día.
Y durante la noche, brillaban solo en forma de sensación neblinosa y de sospecha. Y esa sospecha tan solo en ocasiones llegaba con la excitación o la inquietud propias de la novedad. Pero también transmitían la maravilla, el pánico, el terror. Y de manera periódica regresaban las dudas, las preguntas, ante esas manifestaciones: ritmos extraños, sombras de sombras de sus formas de vivir; la incógnita de todos esos pueblo, sus costumbres: sus dioses o sus ciencias, sus dichas y sus miedos, sus logros y sus crímenes, sus libertades y sus servidumbres, sus orgullos y sus vergüenzas, sus refinaciones y sus intransigencias, sus esplendores y sus zonas de penumbra. Y su definitiva oscuridad.
Aunque para los soñadores, la mayor parte del tiempo, la experiencia de recibir noticias de aquellas extrañas ciudades llegaban de la misma manera individual con que eran recibidas: respiraciones entrecortadas, tranquilas o agitadas por algún sueño de gentes solas y sin rostro que dormían a su vez.
Hubo, en fin, una vez una ciudad aislada desde siempre del resto del mundo, aunque la noticia de la existencia del resto de ciudades llegaba allí a través de los sueños.
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