Revista Diario

Las palabras que usamos (Cambiar tus creencias, parte 4)

Publicado el 01 julio 2013 por Alxndro @al_x_ndro

“Utensilios. Las palabras son reales, pero lo que hago con ellas es, en último término, irreal.”
-Guillermo Cabrera Infante

Alguna vez alguien me comentó que le interesaba aprender Programación Neurolingüística (un conjunto de técnicas para cambiar nuestras creencias a partir de crear programas que relacionan palabras y lenguaje, entre otras cosas) y le comenté que yo consideraba que esencialmente consistía en el uso consciente e intencionado del lenguaje. Y sigo pensando de esa manera.

Y, bueno, las palabras son tan cotidianas que con el solo hecho de comentar que podemos cambiar nuestra vida poniendo atención en cómo hablamos y qué palabras escogemos, me ha ganado miradas y palabras de fastidio. Sucede, pero sigamos.

Las palabras dan forma a nuestra experiencia diaria, más de lo que nos damos cuenta. Con las palabras expresamos todo lo que creemos y consideramos posible. Nuestro uso de las palabras es una expresión creativa de quiénes somos, nos exponemos más de lo que sospechamos con las palabras, pues toda frase que decimos es una decisión y somos el resultado de todas nuestras decisiones… Y parece tan fácil decir cualquier palabra al aire.

Para cambiarnos y cambiar la realidad en que vivimos podemos observar nuestro lenguaje, basta con comenzar a poner atención constantemente a…

  • Qué palabras usas – ¿tienes otras opciones que, por alguna razón, prefieres no usar? ¿son ofensivas o amables, neutras? ¿son complicadas o fáciles de usar para comunicarte? ¿hay palabras que evitas porque te molestan o hacen sentir mal? ¿qué palabras repites recurrentemente?
  • Cuál es tu intención – ¿qué es lo que pretendes con las palabras que usas? ¿estás mostrando tu verdad con lo que dices o estás escondiendo algo? ¿quieres compartir o quieres tomar? ¿creas posibilidades, invitas a una experiencia, o estás encerrando a los demás con lo que dices?
  • Qué tono usas – esto se deriva de las tus palabras e intención ¿estás agrediendo, estás siendo amable? ¿finges o te muestras? ¿estás manipulando o diciendo la verdad?

¿Qué te dicen de ti y lo que crees las palabras, intención y tono con que te expresas y muestras al mundo? ¿Qué opciones tienes? ¿Quién quieres ser? ¿Qué quieres vivir?

El lenguaje y la realidad
Ya mencioné que el lenguaje que usamos muestra lo que creemos que es posible y, por tanto y en última instancia, muestra lo que consideramos que es real. Esto es muy interesante ya que hay ciertas tendencias asociadas a nuestros lenguajes. Todo idioma es un sistema lógico en sí, cuenta con ciertas asociaciones, valores y símbolos que definen parte de la forma de pensar de sus hablantes.

Por ejemplo:

  • Hay idiomas en donde las cosas pueden tener género másculino, femenino, o neutro. Los hay que sólo tienen masculino y femenino. Hay otros más en que todo es neutro, no hay género.
  • Hay idiomas que tienen una gramática muy estricta y cada parte de una oración debe ocupar un cierto lugar para tener el sentido deseado.
  • Hay idiomas en que hay, esencialmente, sólo tres tiempos verbales.

¿Cómo afecta esto la mente de los hablantes de cada idioma? Es difícil decirlo, pero es posible observar diferencias y semejanzas entre poblaciones con diferentes idiomas en diferentes regiones. Y el hecho es que el idioma que hablas, el lenguaje que usas, no te define, pero da un tinte a tu percepción del mundo. Digamos que es como el acento del cual muchos extranjeros no se logran deshacer al hablar un idioma diferente a su lengua nativa. (Entonces, definitivamente puedo recomendarte aprender y estudiar idiomas para ayudarte a tener una mente más plástica.)

Para terminar con las palabras, ilustremos un poco más la relación entre palabras y realidad haciendo referencia a dos idiomas, y a una variante de uno:

1. Alguna vez leí un artículo sobre un hombre que vivió con una tribú en el Amazonas y aprendió a hablar su idioma (aún está en discusión si lo que dice es totalmente cierto pues es el único occidental que lo habla) y descubrió que dentro de él, cada verbo tiene una partícula al final que deja claro si lo que se está diciendo fue una experiencia directa, si es una suposición, o si fue algo que se escuchó a alguien más decir.

¿Te imaginas lo que es vivir con un idioma así? ¿Qué tipo de creencias podrías tener? Quizá ninguna porque estarías muy consciente de la gran diferencia que hay entre lo que te ha pasado directamente en tu vida, lo que supones del mundo a partir de lo que sabes, y lo que otros dicen que ha sucedido. En este idioma parece haber una rara especie de honestidad y humildad hacia lo que es real y en qué forma es real.

¿Necesitas creer en lo que te ha sucedido?
¿Qué cosas supones (e insistes en creer) que son ciertas?
¿Crees que es verdad lo que los demás te dicen, o te falta comprobarlo por experiencia directa?

2. Existe un idioma inventado que me parece muy divertido e interesante, no lo manejo fluidamente, pero considero que es muy ilustrativo sobre cómo se relacionan las palabras con nuestra experiencia del mundo.

El idioma se llama ‘toki pona‘ que puede traducirse como el ‘buen lenguaje’. Este idioma es ambiguo intencionadamente y por eso cuenta con un lenguaje y una sintaxis restringida, además de que no tiene verbo ‘ser’ (tampoco tiene tiempos verbales). Así lo que uno tenga que decir puede significar varias cosas según el contexto.

A continuación un ejemplo de por qué me parece relevante mencionarlo, simplemente consiste en cómo se dice ‘amigo’ en toki pona:

  • amigo = jan pona
  • que viene de: jan = persona; pona = bueno/a
  • Entonces, ¿cómo se diría mal amigo?
  • ike = malo/a
  • mal amigo = jan pona ike = mala buena persona

Existe una contradicción en una idea como la de un mal amigo: un mal amigo, al menos en toki pona, no es realmente un amigo, no tiene sentido llamarlo así.

¿Te imaginas cómo sería tu vida si hablaras un idioma como éste? ¿Te das cuenta de cuántas creencias que tienes simplemente no serían posibles?

Te sugiero un ejercicio: toma algunos conceptos de la vida cotidiana (puede ser algo o alguien con quien tengas problemas presentemente) y defínelos de la forma más sencilla que te sea posible. Por ejemplo: amigo, esposo/a, amante, novio/a, empleo, trabajo, felicidad, dinero.

Yo hago dos:

  • amante = persona que ama, persona que me ama (¿’Mis amigos son mis amantes’? Interesante.)
  • empleo = actividad feliz, actividad alegre, actividad que me gusta (Imagínate preguntando ‘¿Cuál es tu actividad feliz?’ en vez de ‘¿En qué trabajas?’)

El punto de esto es que veas que algunos de los problemas que tienes en la vida vienen de una contradicción entre lo que crees que debe ser y lo que las cosas son, y esto puedes descubrirlo poniendo atención a las palabras que usas y tu intención con ellas.

3. A D. David Bourland, Jr., estudiante de semántica general, un día se le ocurrió inventar una variante del idioma inglés, llamada e-prime, que simplemente consiste en no usar ninguna forma del verbo ser (‘to be’), así de sencillo. ¿Qué tiene esto de especial?

Si uno no tiene la posibilidad de usar el verbo ser para expresarse cotidianamente, se ve con la dificultad de no poder decir cómo son las cosas. Obvio. Lo que no es tan obvio es que el verbo ser es excluyente (y un poco impositivo, y muy absolutista). Cuando dices que algo es de una forma, excluyes (no mencionas) todas las demás características que dicho objeto también tiene y, además, dejas de lado cómo fue antes y cómo puede ser. Al decir cómo ‘son’ las cosas dejas de mencionar que las cosas cambian y que tú eres un ser particular y falible que tiene una forma de pensar que influye cómo percibes lo que observas en cada momento.

Entonces e-prime requiere que te reconozcas como observador subjetivo y particular de tu experiencia y que así lo expreses, manifestando tu perspectiva. Por ejemplo:

  • La manzana es roja. – Veo roja a la manzana.
  • La carne es mala. – Recientes estudios han mostrado que la carne tiene ciertos efectos que no son deseables para mi salud.
  • Mi madre/padre/hijo/a es egoísta. – El día de hoy madre/padre/hijo/a se comportó de una manera muy egoísta.

Nada es tan sencillo como el verbo ser hace parecer las cosas, siempre hay más cosas que lo que percibimos y preferimos. El no mencionarlo en nuestra forma de hablar deja espacio para posibilidades y, por tanto, incertidumbre. Y, como ya vimos, en la incertidumbre y en un vacío es posible reprogramarnos, cambiar lo que creemos.

Y tú, ¿cómo ‘eres’? ¿Qué características tuyas quedan fuera al mencionar un defecto tuyo o cualidad?
¿Te das cuenta de que no ‘eres’, que cualquier cosa que digas ‘ser’ es, a lo más, una faceta de la complicada persona y evento que vives día con día?

¿Estás consciente de lo que dices, de por qué y para qué lo dices?

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Índice de la serie:


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