Revista Talentos
Lloros
Publicado el 05 noviembre 2013 por Vicente Luis McMartes Ayer me toco hablar con mi primo Carlos por su santo o onomástica que cada uno lo llame como le parezca, aunque sea mi primo nunca le he entendido lo mas mínimo.Es de ese tipo de personas que se queja por afición, cuando no lo hace por exceso de trabajo, lo paga con su reciente paternidad, que yo sepa nadie que se casa está obligado por ley a tener vástagos, la cuestión es que el muchacho se queja y protesta de las andanzas de su hijo que se puede esperar de un niño de dos años que de trabajo y haga de eterno explorador por todos los rincones de la casa.Nadie le impuso que tuviera descendencia, lo escogió él solito, no entiendo sus continuos lamentos diciéndome que llora, que duerme poco, que da muchas obligaciones, que esperaba de un bebe, que se comportara como una bicicleta que se aparca en un trastero y no se inmuta.Se queja de que tiene mucho trabajo, siempre le digo que peor sería no tenerlo, pero esa parte de mi discurso jamás parece oírla, clama diciéndome que el compromiso le absorbe y no le deja tiempo para salir a montar en bici, siempre le rebato diciendo que su economía no se resentirá, a lo que me replica que no puede clamar agriamente por como discurre su vida, momento en cual reconoce suele hacerlo por gusto.A lo que agrego siempre, estas igual, asiente me da razón y se calla.Hay gente que como mi primo practica el deporte de la queja continuada a quien le quiera escuchar, por muy bien que le vaya en la vida jamás está contento.