Lo incomprensible
La madre entró en la habitación de su hijo de once años sin llamar. Siempre había tenido ese defecto. Pero lo que vio le cerró la boca. Varios días antes se había dirigido a él, intrigada.-¿Con quién hablas cuando estás en tu cuarto? Que yo sepa no te he comprado un móvil. Sabes que no lo tendrás hasta los catorce años.-Pero sí tengo ordenador, y una buena conexión a internet. No puedo decirte más.Y así había acabado la conversación. Estaba claro que su hijo hablaba con alguien desconocido a través de la pantalla. Aquel día no dijo nada más, pero siempre tuvo la mosca detrás de la oreja. Y cuando aquella tarde le oyó hablar de nuevo, no pudo reprimirse y entró. Y, como decía, lo que vio le aterrorizó.



