Revista Talentos

Los despistes y la diplomacia

Publicado el 14 enero 2012 por Beatrizbeneitez
Los despistes y la diplomaciaBeatriz Benéitez Burgada. Santander A veces pienso que deberíamos tener en nuestra mente una especie de guía de las personas que conocemos o hemos conocido a lo largo de nuestra vida. Sobre todo, porque nos ayudará a no quedar fatal en alguna ocasión. En mi caso, soy buenísima para las letras y los números. Recuerdo sin esfuerzo cientos de datos: fechas, teléfonos, nombres y apellidos... Sin embargo, soy muy mala fisonomista, un desastre para las caras. Y eso me hace pasar unos apuros tremendos. Saber que conozco a alguien, pero no de qué, me pone nerviosa. Empiezo a pensar en distintas posibilidades. Coloco imaginariamente a esa persona que me despista en diferentes lugares, les pongo uniformes, repaso situaciones... Una vez que se quién es, ya no hay problema, porque todos los datos acuden a mi cabeza con rapidez. Pero hasta ese momento...
La última de esas situaciones, hace un par de semanas. Al final de un acto al que asistí, se acerca una señora encantadora que, la verdad, me quería sonar de algo. ¨Hola Beatriz -me dice-, cuanto tiempo sin verte!¨. Empiezo a pensar a toda velocidad, ¿Quién es? ¿Quién es? ¿Quién es?... Trato de centrarme, mientas sonrío y saludo, pero no lo consigo ¿Alguien relacionada con mi trabajo? No me suena. Del pueblo, tampoco. De algún trabajo anterior... no se, ni idea. La conversación continúa: ¨¿ Qué tal las niñas? -me dice-. Tienen que estar preciosas, ya tendrán tres años, no?¨. Y sigue: ¨¿Qué tal todos en casa? Me encontré con tu madre hace poco¨ ¡Mierda! Sabe de las peques, y conoce a mi madre. Y yo no soy capaz ni de llamarla por su nombre. Intento ganar tiempo con respuestas diplomáticas y preguntas banales. No me atrevo a decir que no se quien es, está claro que tendría que saberlo. Tampoco se de que hablar, pero han traido unas copas de vino y ella parece no tener prisa. Y, desde luego, no se ha dado cuenta de que no la ubico. La conversación continua y..¡Por fin me acuerdo! Es la mujer de un conocido de la familia. Ya está. Ya puedo preguntarla por su hija y por otras cosas, e incluso llamarla por su nombre !Qué alivio!Odio esas situaciones, pero no sé como remediarlas. Y a veces, como esta última, tengo suerte, y me acuerdo sobre la marcha. Otras pasan días hasta que se me enciende la bombilla. Soy despistada, y a veces creo que paso por antipática. Cuando ocurren estas cosas, probablemente lo mejor sería decir la verdad. Pero me da vergüenza, y nunca se me ocurre la manera de explicarlo sin que la otra persona piense que soy boba. Si alguien tiene una solución, que me ayude, por favor.

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