LOS OJOS DEL ICONO
«¿Y nunca habrá ya algún paraíso?»
El jardinero, Claude Verlinde, óleo sobre lienzo, 1960.
¿Cuál es la intención escondida tras Los ojos del icono?, ensayo que trasciende lo meramente artístico y donde el motivo plástico, diría, es un pretexto para llevarnos a un debate inquietante.
Los ojos del icono, sin perder ni un ápice del decir diáfano y sosegado de la prosa de José Jiménez Lozano, muestra cómo los poderes dominan el mundo bajo el látigo del terror y del miedo. Es este estudio, sobre el significado del arte en Europa, un antídoto contra la creencia extendida de que el hombre es víctima de un destino trágico —pensar que el destino no puede modificarse nos ha hecho egoístas, agresivos, depresivos, descreídos, sumisos…
Los ojos del icono nos revela, a través de la expresión artística, cómo la manipulación intencionada nos ha conducido a la sociedad que habitamos. Sin embargo, el relato no es pesimista. José Jiménez Lozano cree que tenemos la capacidad de re-conducir nuestro rumbo, a pesar de llevar siglos bajo el embrujo de falsos profetas que agitan varitas, devastando la naturaleza y ahogando identidades.
Diálogo de sordos, Claude Verlinde, óleo sobre lienzo.
La cultura es un abanico abierto que muestra las necesidades, las ambiciones y las frustraciones de los hombres.
La cultura es un abanico donde cada varilla representa el proceder de una época. Pero el abanico, aunque compuesto de muchas piezas, es un todo y quien lo sujeta y mueve —se controla por su mango— es… ¡el hombre! Entonces, nada hay perdido: podemos no ser parte de la sociedad colectivista que penaliza la individualidad. ¡Construyamos nuevas varillas para el abanico!
El espejo mágico, Claude Verlinde, óleo sobre lienzo.
Los ojos del icono es una reflexión ética y estética sobre los lazos traicioneros del poder. En el ensayo hay muchos ejemplos de la relación del poder con las masas y uno de ellos es el Tríptico del carro de heno, donde el Bosco pinta los estamentos sociales de su tiempo peleándose por el forraje —símbolo de riqueza material.
La tabla al óleo del Bosco es un magnífico ejemplo de rapiña, de un aquelarre donde todos los participantes pierden el punto de referencia entre el bien y el mal. Aquí la avaricia arrastra a la curia —incluido el Papa—, al poder —incluido el rey francés—, al mendigo, al labrador, al enamorado… A los que olvidan que «Toda carne es heno y toda gloria como las flores del campo» (Isaías 40,6).
¡Oh…!, pero al cerrar el Tríptico del carro de heno aparece un peregrino que, mientras se ve obligado a defenderse del perro que lo ataca y a sortear pecados y tentaciones, ¡avanza! El peregrino es el símbolo del camino de la vida.
Carro de Heno (panel central), óleo sobre tablas de roble, h.1502-15.
Tríptico del carro de heno (panel cerrado).
En Los ojos del icono se enlazan cultura, religión, política y sociedad. El lector del ensayo andará por los siglos que nos han conducido a la civilización que ha optado por lo «unidimensional» y lo «fáctico», llevándonos al «castillo de Kafka, laberinto del mundo donde no hay estancias o moradas».
Las obras de José Jiménez Lozano muestran una constante preocupación por lo poco que nos importa la defensa de los derechos humanos y por cómo trocamos la ética por bienes materiales. Sus escritos pretenden, también, reivindicar a las víctimas de la historia de la humanidad.
José Jiménez Lozano (1930-2020), escritor, periodista y poeta, obtuvo el Premio Cervantes 2002; el Premio Castilla y León de las Letras 1988 —año en que publica Los ojos del icono—; el Premio Luca de Tena de Periodismo 1994; la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 1999; el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2000; el Premio Cervantes de Literatura en Lengua Castellana 2002; el Premio Cossío 2006, entre otros muchos más.
José Jiménez Lozano, fotografía de archivo de «Libertad Digital».
José Jiménez Lozano fue fundador de Las Edades del Hombre y Los ojos del icono fue su primera aportación al proyecto cultural que tiene la misión de conservar y divulgar el patrimonio histórico artístico de Castilla y León. Por cierto, el Papa Francisco le concedió al autor, por su apoyo a Las Edades del Hombre, la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice (2017).
Los ojos del icono está dividido en capítulos que se enlazan, pero pueden ser leídos individualmente. Voy a seleccionar uno para compartirlo con ustedes: sé que hará gozar a quien lo lea. He escogido, y me ha costado porque todo el ensayo es emocionante, el titulado La noche del mundo (V). Pero dejaré el texto, por no extenderme mucho aquí, en la siguiente entrada.
En Los ojos del icono «las huellas del trabajo humano» se nos muestra a través de líneas, colores y formas, porque Jiménez Lozano tiene la esperanza de que el arte nos ayude a salir de la carbonera que hemos construido con geometrías de hormigón y que hemos decorado con deshechos plásticos.
Los ojos del icono es un llamado a retornar a la naturaleza, al seno de la la familia, al compromiso de la amistad, a los principios morales que nos hacen fuertes frente a «los sembradores de muerte».
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