Hoy desperté, estaba bien descansado, me sentía a gusto en la cama, tranquilo y sin prisa. Estaba en blanco: nada pasaba por mi mente. Creo que, a lo más, pasaban pequeños pensamientos sobre algunas cosas por hacer, pequeños recuerdos de lo que ayer me sucedió, pequeñas cosas que iban y venían sin quedarse.
Y entonces pasó algo: sentí cómo algo se despertaba adentro de mi mente. Sentí cómo comenzaba a moverse, cómo comenzaba su día algunos momentos después de mí. Como todo lo que hay en la mente, eran pensamientos, pero cierta clase de pensamientos, todos semejantes, todos con un mismo tema, así como:
- Tengo que hacer X. ¿Cómo voy a resolverlo? ¿Tengo suficiente tiempo? ¿Puede alguien ayudarme con ello? No sé cómo resolverlo. Y si pruebo…
- Me gustaría X. ¿Cuándo podré hacerlo? Pero no tengo suficiente dinero. Es muy difícil. Además, tengo otras cosas que hacer. Pero en verdad quiero hacer esto…
- ¿Por qué no soy (de cierta manera)? ¿Por qué no logro cambiar? Soy terrible, no tengo solución. Si tan sólo cambiara…
Sentí cómo se despertaban grupos de pensamientos en mi cabeza, y comencé a sentir horror ante tener que vivir mi día. ¿Cómo no sentirlo? Se me presentaba lleno de dificultades, preocupaciones, situaciones que parecen imposibles de resolver, presiones, deseos frustrados, tristeza.
Después de sentir cómo se despertaban estas parvadas de pensamientos que llamaré ‘programas’, inmediatamente noté que empezaba a experimentar diferentes sensaciones en mi cuerpo: hormigueo y tensión en mi vientre, tensión en la mandíbula… francamente, una leve tensión por todo mi cuerpo.
El despertar de los programas usuales de mi mente desataba una secuencia de experiencias en este orden:
- Pensamientos
- Emociones
- Sensaciones
Y ninguna de éstas me ayudaba a salir de la cama, dejar la seguridad y confort de mis cobijas. Francamente me hacían desear volver a dormir.
Entonces los detuve, simplemente los detuve sin saber si tendría algún efecto. No acepté pensar los pensamientos usuales, los dejé pasar, un poco con la preocupación de que quisieran quedarse conmigo. Pero no, se fueron, a lo más volvían a pasar para ver si los tomaba al regresar ellos.
Y, en vez de tomarlos, comencé a pensar en cosas que me gustaban, cosas que había hecho y estaría bien repetir. ¡Qué diferencia! Sentí ganas de hacer cosas, la alegría y deseo de crear, la libertad de elegir qué sería de mi día. En vez de miedo, sentí curiosidad por mi día y mi persona.
Y entre esos nuevos pensamientos reflexioné que muchas de las cosas que pensamos habitualmente las pensamos porque se han vuelto hábitos, son programas que corren en nuestra mente sin que tengamos que hacer nada por activarlos, se activan solos al comenzar a funcionar la computadora que es nuestra mente.
Es justo como con una computadora/ordenador:
- La enciendes = Te despiertas
- Comienza a correr al sistema operativo = Comienza a andar la mente
- Se inician los programas que corren de fondo = Se activan nuestros programas/patrones de pensamiento
- Abres un programa de tu elección = Comienzas a pensar en las cosas que tienes que hacer más inmediatamente compartiendo recursos con los programas de fondo
El problema de estos programas de pensamiento que tenemos en automático es que ocupan parte de nuestros recursos mentales. Podemos estar trabajando en otra cosa pero nuestro procesador está parcialmente ocupado tratando de resolver estas situaciones que nuestros pensamientos le presentan. Y como muchas no tienen una solución inmediata o tangible, simplemente se gastan los recursos que tenemos disponibles sin que estemos muy consciente de lo que está pasando.
En parte se me figuran como esos programas que se instalan automáticamente con otros programas si sólo dices que sí al instalador; también los veo como un fondo de pantalla que escogimos para nuestro escritorio. No cambiamos o desinstalamos ninguno de estos programas o fondos de pantalla porque nos hemos acostumbrado a ellos o porque no recordamos cómo se hace para cambiarlos. Y el hecho es que afectan nuestro desempeño y tiñen toda la experiencia de nuestro día en ciertos colores: pensamientos, emociones, sensaciones.
¿Cómo desinstalarlos?
Primero tenemos que darnos cuenta de que tenemos dos formas principales de procesar pensamientos: una consciente, otra automática.
La consciente es todo aquello en que decidimos voluntariamente poner nuestra atención. La automática es en la que corren los patrones de pensamiento que se han instalado en nuestra mente por su constante repetición en la parte consciente.
Este proceso automático no está pensado para hacerte la vida más miserable, sino para auxiliarte en realizar tus tareas de una forma más eficiente. Es decir, si piensas en algo recurrentemente es porque es algo que consideras útil, entonces comienza a procesarse automáticamente para que tú puedas hacerte cargo de algo más.
Un poco como la respiración, no tienes que estar constantemente pensando en respirar. Como es algo fundamental, tu cuerpo se hace cargo de ello de forma automática para que tu puedas verter tu atención en otras tareas y cosas por descubrir. El cuerpo y la mente, procuran quedarse con lo útil que has encontrado en tu exploración de la vida, sólo que no tienen criterio propio, con el tiempo integran a tu sistema todo aquello que mantienes constantemente en tu atención, aquello que repites consistentemente.
Entonces la forma de deshacerse de los programas automáticos que corren en nuestra mente consiste de tres pasos básicos:
- Darte cuenta de qué programa negativo está corriendo.
- Hacer una pausa y no aceptar los pensamientos usuales que vienen con él. Simplemente no te aferres a cada pensamiento que viene a ti, déjalo pasar, siempre pasan, y probablemente venga otro inmediatamente detrás (esto es lo que se conoce como observar tus pensamientos). Los pensamientos se alimentan de nuestra energía mental, alimentas aquello a lo que le prestas atención.
- Decide qué pensamiento quieres tener en vez de los que te da el programa. Mantenlos voluntariamente en tu atención. Permítete explorarlos, desarrollarlos, tal y como hubieras hecho con los pensamientos automáticos.
- (Si el programa intenta correr nuevamente sin tu permiso, repite.)
También, toma en cuenta las siguientes recomendaciones para reconocer estos programas más fácilmente:
- Comienza una práctica de meditación. Se recomienda hacerlo justo después de despertar (antes de desayunar, bañarse, o cualquier otra actividad cotidiana), precisamente porque es el momento en que más despejada está nuestra mente.
- Pon atención a tus emociones y a tus sensaciones. Si te sientes enojado, triste, desanimado; o si te sientes estresado y tenso de alguna manera, es seguro que hay un pensamientos dando origen a estas experiencias. Rastréalo a su origen: si es una sensación (tensión), encuentra qué emoción la provoca; si es una emoción, encuentra qué pensamiento la provoca; e, incluso, encuentra la intención positiva o el deseo que tienes detrás de ese pensamiento.
- Acepta la incertidumbre en tu vida, no puedes deshacerla a pensamientos porque la capacidad humana de prever a futuro es limitada y, además, porque el mundo, la vida es algo que está vivo y que no se sujeta a nuestras ideas de cómo son las cosas, sino a su propia verdad y realidad. Cuando intentas eliminarla a pensamientos, sentirás estrés y tensión.
Programas positivos
Los programas que corren en nuestra cabeza no son ni tienen por qué ser solamente negativos, también los hay que nos ayudan a conseguir lo que deseamos en la vida, y éstos se instalan de la misma manera: dándoles atención.
Entonces, para instalar algún programa que encuentres deseable y que te apoyará en tener las experiencias que deseas en la vida, existen dos procedimientos básicos:
1. Ya mencioné que una forma de identificar un programa es poner atención a las emociones y sensaciones corporales que tienes. Ahora, ¿qué pasaría si también usáramos esta observación de nosotros para ubicar los momentos en que nos sentimos bien para saber qué pensamientos son los que los ocasionan.
Así como los pensamientos que estés teniendo consciente o automáticamente pueden traerte la experiencia de sentirte inseguro, también hay ciertos pensamientos que te traen la experiencia de estar seguro de ti mismo en el mundo y se hacen presentes a través de tus emociones y sensaciones, ¿cuáles son?
Búscalos y dales atención consciente para que se instalen como programas, si aún no lo son. (Incluso puede que encuentres que este bienestar viene a ti cuando estás presente en lo que te sucede a cada momento, sin necesidad de muchos pensamientos, como si el bienestar simplemente fuera un estado natural.)
2. Determina cómo quieres sentirte, qué experiencia es la que deseas lograr en ti. Procede en buscar, tener y sostener los pensamientos más afines a esta experiencia. Piensa en tus sueños, en el logro armonioso de tus metas, en encontrar a las personas que deseas, lo que sea que requieras para tu vida.
En el momento en que permites que lo que deseas habite tu mente, también permites que tu mente ponga atención a la oportunidades que surgen en tu vida que naturalmente te llevarán a ese tipo de experiencias.
Quizá al principio requieras recordarte qué es lo que deseas pensar, para esto puedes usar todo tipo de recursos mnemotécnicos: afirmaciones, fotografías de lo que quieres, frases, algún brazalete, (¿tú qué usarías?).
Recuerda que un programa, al ser un hábito mental automático (una creencia), requiere un tiempo de instalación un poco largo, pero manejable y sostenible. Este tiempo suele estar entre tres o cuatro semanas, es decir, un mes. Pero obsérvate, ve cuánto tiempo requieres tú.
Cómo puede cambiar tu vida si cambias tus programas mentales
Al ser automáticos, los pensamientos que tenemos pueden sentirse como algo que es parte inherente de nuestra identidad, ya sea por el pasado que hemos vivido o porque parecen ser vigentes en nuestros días. El comenzar a hacerte cargo de tus pensamientos te permite comenzar a hacerte cargo a un nivel diferente de la personas que eres, de hecho, te devuelve el poder creativo y de elección de definir quién quieres ser en la vida. Recuerda que no eres algo estático, sino un proceso vivo que define su propio camino. Instalar programas en tu mente es una habilidad que vale la pena considerar.
Una vez que te das cuenta de que lo que ocupa tu mente, en cierta forma es una arbitrariedad, te puedes dar cuenta de que la mente es como una vasija vacía que puede contener lo que sea que se ponga en ella. Así mismo, como la vasija, la mente es un instrumento que puedes usar a tu favor. No tiene por qué ser un factor que te limite, sino que puede pasar a ser un aliado en acercarte a la vida que deseas.
No eres tus pensamientos, no eres lo que piensas. Eres quien tiene la experiencia de sus pensamientos, el que puede pensarlos, escogerlos. Tú defines, si aprendes a manejar más tu mente, qué experiencias tienes y en quién te conviertes.
Hacerte cargo de tus mente y los pensamientos que en ella suceden es un paso más hacia una forma más amable de tratarte a ti mismo cada día. Mucho del dolor que tienes son pensamientos, mucho del sufrimiento por el que pasas son simplemente pensamientos.