Ilustraciones: Gary KelleyPrólogo: Teresa BarjauTraducción: Javier Albiñana
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Un clásico que habla por sí solo. Que todo el mundo conoce aunque no todos lo hayan leído y del que tal vez esté todo dicho. Aún así, aquí os dejo mis impresiones.
Enma Rouault, una mujer soñadora e insatisfecha que, para escapar al tedio de la vida matrimonial y provinciana, se entrega primero a un aristócrata libertino y después a un pasante de notario. La mediocre heroína, plagada de contradicciones y obnubilada por la lectura de novelas romanticoides, no se resigna al papel de esposa y madre que el destino le ha deparado y, en su búsqueda de la felicidad, se deja llevar por la pasión y el autoengaño hasta que acaba convertida en un figura trágica. Flaubert disecciona a su protagonista con fría impasibilidad, pero a menudo simpatiza también con esa mujer fantasiosa de corazón desbordado que se rebela contra el orden burgués que el propio escritor destestaba.
No tengo más que buenas palabras para la edición de Vicens Vives. Me ha parecido excelente tanto en forma como en contenido. Una editorial que acerca los clásicos a los jóvenes cuidando la traducción y haciéndolos un poco más accesibles tiene toda mi admiración. Además, se incluyen ilustraciones muy bonitas que aligeran la lectura y un prólogo fantástico que, sin lugar a dudas, facilita la comprensión de la novela gracias a la información que contiene sobre el autor y al análisis de este clásico que regala.
Madame bovary ha pasado a la historia de la literatura por algo. Su narrativa es excelente, pero densa. Muy densa. Predominantemente descriptiva y con poco diálogo, especialmente en las primeras partes. Eso sí, he admirado profundamente la capacidad del autor para plasmar todos los detalles de la escena, por nimios que fueran (desde la caída de la seda de los vestidos, hasta la talla de los muebles, disposición de la escena, paisaje...).
Ambientada en la Francia posterior a la Revolución Francesa, la novela nos sumerge en la burguesía de la época, a la que no deja muy bien parada. Me gusta cuando una novela hace crítica social, invita a reflexionar y eso siempre es positivo.
¿Mi mayor problema? La protagonista, Enma Bovary. Si bien parece creada para mostrar el inconformismo de una mujer con la sociedad patriarcal de la época que la empuja a una vida rutinaria de matrimonio y sumisión sin aspiraciones, a mí se me ha revelado como un persona caprichosa y eternamente insatisfecha a quien parece no importarle nadie más que ella misma. Tal vez su inconformismo, que defiendo profundamente, no fue bien conducido. Tal vez mi mentalidad, de otro siglo ya lejano al suyo, no ha sabido comprenderla o tal vez el autor no ha sabido enfocarlo, pues otras protagonistas femeninas clásicas han sabido ganarme con su manera de enfrentar los cánones de su época, pero... habían sido creadas por mujeres, ¿puede tener eso algo que ver? ¿Tan difícil pudo resultar para un hombre de entonces hacer un retrato con el que las mujeres pudieran identificarse sin problemas? En fin, tal vez esté abriendo un melón que no viene a cuento, pero no he podido evitar que me asaltara esa reflexión en consecuencia a mi experiencia personal con esta novela. Y es que solo puedo decir que Enma, en mi opinión, sobreactúa constantemente en contraposición a su marido, personaje anodino dónde los haya, todo sea dicho de paso, impidiéndome constantemente establecer lazos con ellos más allá de la lástima que, en el fondo, en ciertos momentos me han despertado.
En definitiva, un clásico que se me ha hecho cuesta arriba por el personaje que le da título, pero del que aprender, como pasa con la mayoría. Y es que, creo que son lecturas que siempre aportan algo, aunque solo sea un viaje a otra época con la certeza de que lo hacemos de la mano de alguien que vivía en ella.
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