Revista Diario

Manifiesto

Publicado el 12 junio 2012 por Mamenod

MANIFIESTOHoy me he levantado con un propósito de enmienda. He decidido dejar de ver la televisión para otra cosa diferente que no sea:1.   Seguir las series que me entretienen,  por muy cutres que parezcan y aunque tenga que escuchar relatar a mi marido desde el sofá de al lado, sobre la voz horrorosa del Mario Casas ese o la sobreactuación de Fran Perea.2.   Enterarme (solamente de vez en cuando que la sobredosis es tóxica) de los cotilleos relevantes de alguno de los famosillos de los que no te importa nada su vida, pero te divierte saber si le han puesto los cuernos o lo han pillado a él poniéndolos.3.   Ver la Eurocopa. Únicamente si van ganando, claro, que después me sofoco mucho cuando esos chavalotes llenos de tatuajes y de peinados estrambóticos, se pasan hora y media dando pelotazos y pegándose empujones como si estuvieran en el recreo del colegio.4.   Llevarme la alegría de ver ganar a Nadal. Sé que no tengo edad para ser mitómana y que probablemente (sólo digo probablemente) nos estén vendiendo la moto de la perfección humana cuando sabemos que eso no existe. Pero este chaval me cae bien y aunque no entiendo nada de tenis y a pesar de que después haberme pasado media vida en la playa no he conseguido dar dos golpes seguidos jugando a las palas, hombre, ¡para algo en lo que España destaca!…me llena de orgullo y satisfacción escuchar con él el himno.5.   Ver algún programita de concurso que de toda la vida me han aburrido mortalmente, pero que de vez en cuando apetece porque en mi casa los vivimos en familia porque mi esposo, lo digo muy en serio, es un máquina con las respuestas.Creo que en estos puntos se resumen de aquí en adelante mi relación directa con la televisión. Se acabaron los debates, las tertulias y por supuesto las noticias. No quiero que nadie  me cuente mentiras para conciliar el sueño. Qué más da lo que tengan que decir Hilario Pino o Ana Blanco; ya hemos comprobado que a los medios les llega la información edulcorada y teñida del color que conviene. Qué me importa lo que pase o lo que tenga que pasar si no tengo oportunidad de movimiento y si el mero hecho de abuchear a la Sra. Aguirre se ha convertido en un delito.Yo he decidido, lo hago saber en este formal manifiesto, que la noticia tendrá que venir a buscarme a mí, y no creáis que vaya a ser difícil. Me enteraré de cómo va la economía nacional el día que el cajero, en uno de mis intentos  de reintegro, saque por la rendija una mano con un dedo levantado en un gesto soez pero expresivo. Me enteraré de la actualidad política, cuando vuelvan las pegadas de carteles y la economía no impida, a pesar de lo que tenemos encima, un gasto exagerado en papel y pegamento con el que todos quieran convencer de que hay que votarlos a ellos.Lo demás tampoco importa. Supongo que cuando se me pase la paranoia, seguiremos sin haber ganado Eurovisión y nadie se habrá cambiado de bando en los debates de La Noria. Mientras tanto, continuaré con mis aficiones. Últimamente, ya os pondré al corriente, cuando todos leen, yo escribo.
MANIFIESTO

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