No me gusta hablar con contestados y con identificadores de voz, pero todas las empresas han decidido usarlos, cuando llamas a un centro de atención al cliente, tienes que gritarle a la máquina y vocalizar exageradamente para que te entiendan.
En ese momento te sientes ridículo hablando con alguien que no existe y que parece sordera crónica.
Sobreviví al intento, pero no deje de sentirme como un extraño.
Odio dialogar con artilugios me saca de quicio.