Revista Diario

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Publicado el 05 mayo 2025 por Elcopoylarueca

MARCEL PROUST, LAS ARTES Y LA LITERATURA

«Hay que pintar como habría que vivir».
Leonardo da Vinci

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Modista en los campos Elíseos, Jean Béraud, óleo sobre lienzo, sin fecha.

Amanece y los pájaros que habitan en el viejo cedro, que tengo frente a mi ventana, trinan con prisas, pues el despertar siempre los sorprende con ansias infinitas. Ahora, que el día provoca este tiovivo de sensaciones en mí, es el momento adecuado para contarte que el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza tiene una propuesta que compite con la emoción que me causa el cantar de mis aves.

Proust y las artes es revelación del eterno e indestructible pacto establecido entre los símbolos visuales y los escritos. Proust y las artes es cristalina imagen que revela los vínculos existentes entre las percepciones y el transcurrir del tiempo, las percepciones y la nostalgia, las percepciones y la realidad objetiva y las percepciones y su función en la consolidación de las rutinas. Es representación de la conexión que existe entre las sensaciones, lo constante y lo efímero. 

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Mujer con sombrilla en un jardín, Renoir, óleo sobre lienzo, 1875.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Después del almuerzo, Renoir, óleo sobre lienzo, 1879.

Lector, ¿qué somos sino arquitectos cimentando recuerdos? ¿Y qué son los recuerdos? Acaso…, ¿no son los recuerdos barro encofrado por la memoria? Lector, ¿no es la memoria metáfora de la existencia? 

La memoria es el arcón alcanforado donde guardamos las rutinas —la existencia diaria es un compendio de actuaciones mecánicas— que han sido idealizadas. La memoria tiene dos hermanos que intervienen en toda evocación: uno de ellos es la lógica y el otro, el que impide la interpretación inflexible de la vida, es la espiritualidad.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

El Salón Carré en 1861, Giuseppe Castiglione, óleo sobre lienzo, 1861.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

El círculo de la Rue Royale, James Tissot, óleo sobre lienzo, 1866.

Marcel Proust construyó En busca del tiempo perdido con recuerdos personales; por tanto, su narración está condicionada por las impresiones del autor. El relato es un amplio abanico —más de diez años le llevó escribirlo— de personajes reales, de lugares y de hechos culturales, históricos y políticos. 

En busca del tiempo perdido narra el mundo que da inicio a la modernidad. La modernidad que, entre otras cosas, dio lugar a los ismos, al psicoanálisis y a la búsqueda de una técnica narrativa que fuera capaz de reflejar el discurrir de la mente.

Han cortado los laureles (1887), de Édouard Dujardin, Ulises (1922), de James Joyce y la novela de Marcel Proust son ejemplos de la necesidad de hallar un lenguaje específico, capaz de romper el hilo del discurso consciente, porque en la mente las ideas son saltarinas. En la mente, hay alternancia de conciencia y subconsciente. 

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Las rosas, Henri Fantin-Latour, óleo sobre lienzo, 1889.

Siete volúmenes tiene En busca del tiempo perdido; sin embargo, es en el último tomo que leemos que el autor, ¡por fin!, se decide a comenzar a escribir su novela.

Amigos, el resto de la obra de Proust es, como he apuntado, un castillo de reflexiones personales, donde, por cierto, destacan temas como el de la homosexualidad, el acorralamiento de la individualidad en beneficio de la colectividad, el antisemitismo y la mutación de la industria, que pasa de ofrecer comodidades a la sociedad a convertirse en un potente anestésico de masas al servicio de poderes financieros.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

La Dogana y San Giorgio Maggiore, Venecia, Turner, óleo sobre lienzo, 1834.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto lluvia, Camille Pissarro, óleo sobre lienzo, 1897.

Lo viejo y lo nuevo se mezclan en la narración de Proust, demostrando que la existencia está en permanente transformación.

Proust, con esta lenta novela, tejida con impresiones y con recuerdos fragmentados —como pinta el impresionismo, que fragmenta luz y color, como crea el cubismo, simplificando toda figuración— muestra que nuestra psiquis no está preparada para asimilar la velocidad con la que la tecnología se mueve. El mundo del Proust fue el de la Guerra Franco-Prusiana (1870-1871), el de la Belle-Époque (1871-1914), el de la III República francesa (1870-1940), el del Caso Dreyfus (1894-1906), el de la Gran Guerra (1914-1918) y el del período de entreguerras (1918-1939).

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Jinetes y coches de caballos, Avenue du Bois, Georges Stein, óleo sobre lienzo, h. 1900.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

En el Bois de Boulogne, Raoul Dufy, óleo sobre lienzo, 1920.

La realidad en Proust y las artes se hace visual. La trascendencia de la literatura y de la pintura se hace patente en una exposición donde podemos apreciar, por ejemplo, cómo la vida cambia la moda y las costumbres; cómo el viandante pasa de trasladarse en un coche tirado por caballos a un vehículo con motor. Y en el arte…, cómo lo figurativo es devorado por la abstracción… ¡Y todo sucede en tan pocos años…!

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Jinete árabe, Delacroix, óleo sobre tabla, h. 1854.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

El joven aviador, Jean Cocteau, tinta, grafito y lápices de colores sobre papel, h. 1915.

Proust y las artes es una exposición sensorial. Es un homenaje a la imaginación. Es una metáfora de vida, que evidencia que el arte es, como afirmaba Leonardo da Vinci, «una composición de luz y de tinieblas».

Decía que tanto el libro como las obras expuestas por el Thyssen nos acercan a un tiempo ido, tiempo del que venimos. Decía que Proust convirtió su vida en una novela y que, por ende, los artistas y las personalidades de su época deambulan por ella.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Retrato de Charles Ephrussi, Léon Bonnat, óleo sobre lienzo, 1906.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Retrato de Sarah Bernhardt, Georges Jules Victor Clairin, óleo sobre lienzo, 1876.

Las clases sociales, el ocio, los empleos, que los avances técnicos trajeron consigo, los sentimientos —eternos y cíclicos: celos, pasión, traición, envidia, decepción, amistad, amor…— son argumentos de la escritura y de las artes visuales de finales del siglo XIX y primeros del siglo XX. Son argumentos, eso sí, tratados con estéticas muy variadas porque las vanguardias, en su afán por reafirmar individualidades, crearon una familia prolífera.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Muchacho comiendo cerezas, Édouard Manet, óleo sobre lienzo, h. 1858.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Retrato de Marcel Proust, Jacques-Émile Blanche, óleo sobre lienzo, 1892.

En Proust y las artes hay obras representativas del simbolismo, del impresionismo y el postimpresionismo, del futurismo, del expresionismo, del cubismo… Incluso, algún lienzo hay de los antecesores de estos movimientos: el Renacimiento, el Barroco, el Neoclasicismo y el Romanticismo. 

Manet, Monet, Renoir, Degas, Vuillard, Turner, Whistler, Delacroix, Harrison, Moreua… Hasta hay en la muestra una representación de los imprescindibles Ballets Rusos de Serguéi Diághilev, dos óleos de Tintoretto y dos potentes autorretratos de Rembrandt —reflejos de la huella del tiempo en el hombre—, pues el Thyssen nos ofrece un recorrido que comienza en el siglo XIV y finaliza en el XX.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Poeta muerto llevado por un centauro, Gustave Moreau, acuarela sobre papel, h. 1890.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Tres estudios de cabeza de mujer joven, Jean-Antoine Watteau, carbocillo y sanguina sobre papel, h. 1716.

Lo arrasado por la Primera Guerra Mundial tiene voz en Proust y las artes. La memoria hay que ejercitarla, porque, amigos, la memoria lleva consigo el veneno del olvido.

La memoria es individual e intransferible y nos aporta una interpretación única del mundo. Hay muchas maneras de ejercitarla, y una de ellas es dejando volar, y vuelvo a los pájaros del inicio de este texto, la imaginación. Ejercitar la memoria es una manera de reflexionar sobre nuestra realidad: la reflexión es un potente antídoto contra las dificultades del presente. Y no hay reflexión sin historia que la anteceda.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Parisinos corren hacia un refugio del metro, Maurice Busset, xilografía a color, 1918.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Manifestación patriótica, Giacomo Balla, óleo sobre lienzo, 1915.

En busca del tiempo perdido abarca un período que va desde 1913 hasta 1927. Este testimonio, descrito con palabras protegidas bajo el paraguas de la ficción, toma forma física en Proust y las artes, presentación que se inspira en el pintor Elstir, personaje de la novela de Proust.

Pero, ¡oh…!, la exposición es mucho más que la representación de un autor en su contexto. La exposición es… ¡subjetividad escenificada en imágenes visuales! Es, y esto es para mí lo más relevante, una propuesta capaz de llamear nuestras sensaciones.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Joven con vestido japonés, William Merrit, óleo sobre lienzo, h. 1887.

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Campo de tulipanes en Holanda, Monet, óleo sobre lienzo, 1886.

Reflexionemos sobre el tiempo, el arte y la memoria, nos propone Proust y las artes. Pero hagámoslo, dice, con los sentidos. Evitemos que la realidad mostrada —lo que se ve— tome el control del subconsciente —deseos, experiencias, recuerdos…—, pues así podremos convertir lo aparente en una vivencia personal. 

Amigos, Proust y las artes nos permite pasearnos por los bulevares y nos invita a tomar café en un rinconcito parisino. También nos enseña, con sus cuadros vanguardistas atrapados en el gótico de las catedrales, que lo viejo siempre renace. 

Marcel Proust, las artes y la literatura.

La plaza de la iglesia de Saint Vulfran en Abbeville, Eugène Boudin, óleo sobre tabla, 1884.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

El disco, Fernand Léger, óleo sobre lienzo, 1918.

Proust y las artes nos permite exhalar el aroma de las flores de Renoir. Nos permite husmear en las sombrererías y escuchar el ronroneo de las hojas de los árboles que marcan senderos en los parques… Amigos, no pasen por alto las fechas de los cuadros, porque ellas son reveladoras de cómo el tiempo disfruta cambiando de modas. 

Marcel Proust, las artes y la literatura.

Flora, Tintoretto, óleo sobre lienzo, h. 1590.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

En la sombrerería, Edgar Degas, pastel sobre papel, 1882.

Proust y las artes nos enseña cómo los ismos evidencian lo que Proust patentó como «memoria involuntaria» —ejercicio de subjetivación mediante la escritura.

A través de la inspiradora propuesta, que es Proust y las artes, podemos comprender el dolor expresado en El mundo de ayer, donde Stefan Zweig, contemporáneo de Proust, llora… la civilización perdida.

Marcel Proust, las artes y la literatura.

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