
La noticia de la muerte de Nisman golpeó a gran parte del pueblo argentino con consternación, confusión y dolor, como la muerte de cualquier ser humano lo hace. Dejó dos hijas huérfanas, una madre sin hijo y un tendal de fiscales de su equipo temerosos y desorientados. Más allá de toda ideología política, lo que quedó al descubierto con esta muerte es que somos muchísimos los argentinos que sentimos hambre de verdad y de justicia, no simplemente a través de la suma de datos, sino verdaderamente desenterrando de entre los escombros de aquel derrumbado edificio de la AMIA los hechos oscuros y pútridos y la escandalosa impunidad que los recubre. Necesitamos que se nos trate con respeto como a una sociedad adulta. Lo que demostró la Marcha del Silencio bajo la lluvia, y a pesar de ella, o tal vez, gracias a ella, es que la necesidad de verdad, de justicia, de confianza en nuestras instituciones y de respeto por parte de las máximas autoridades hacia todo la ciudadanía conforman la única manera en que podemos sostener la mirada hacia un futuro viable para todos nosotros, el deseo de crecer y de construir una verdadera República, y todo ello se ha hecho más fuerte entre nosotros a partir del 19 de enero y llegó a su punto máximo el inolvidable día de ayer. En esta Marcha no hubo insultos, agresiones ni violentos desmanes o incidentes para lamentar. Todo se desarrolló en paz con una multitud que nunca antes había visto congregada en las calles céntricas de mi ciudad y que sólo portaba banderas argentinas e interrumpía su silencio para aplaudir, clamar por justicia, vivar el nombre del país o entonar las estrofas del himno argentino.
Ha quedado claro que queremos justicia e instituciones que cuiden del bien común. Estamos rebosantes de preguntas en ebullición que incomodan pero que a su vez claman por ser respondidas debidamente para que se puedan abrir caminos y construir puentes que necesitamos atravesar en paz y así lograr mirarnos a los ojos y no encontrar en el "el otro" a un enemigo, como nos han tildado a quienes participamos de esta Marcha a la cual adhirió el Poder Judicial de la Nación. Quedó demostrado que nosotros tampoco tenemos miedo ya que no tenemos nada que ocultar. Somos millones de ciudadanos decentes y trabajadores que sólo deseamos vivir en paz y prosperar, de abrazar lo diverso y de aprender el respeto mutuo. He llegado a ver discapacitados en sus sillas de ruedas o apoyados en sus muletas marchando en silencio bajo la profusa lluvia de la tarde noche del día de ayer.
Hoy no sentimos que sigue todo igual que antes de la Marcha. Hoy nos sentimos orgullosos de haber sido partícipes de un acontecimiento histórico y sin precedentes, con fuertes ecos en todas partes del país y del mundo, que, confiamos, marcará un nuevo rumbo para nuestra vapuleada nación. Aquí les dejo el testimonio del Fiscal cuya memoria honramos ayer en las calles de Buenos Aires unas 400 mil personas.Últimas declaraciones del Fiscal Alberto Nisman en televisión abierta (TN), 15 de enero del 2015A boca de jarro
