Iván de la Nuez
El reciente combate entre Floyd Mayweather y Manny Pacquiao –no volvamos a llamar algo “del siglo” a nada, please- dejó el sabor de esas inauguraciones en las que el arte ya no cuenta. De la última novela de una vieja gloria sin nada que decir. De la enésima muerte del arte en la subasta. Del regreso de los viejos grupos de rock que estaban separados. De la rebeldía de MTV. Del guiño callejero de las putas pasadas de edad. Del whisky de garrafa.
Del humo, en fin, y del dinero para fijarlo.
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