Revista Diario

Mi propio homenaje a ti, dani jarque...

Publicado el 08 agosto 2012 por Hada

Hoy, 8 de Agosto, se cumplen tres años de tu marcha. Tres años ya... ¡Qué rápido se pasa la vida cuanta más edad vamos cumpliendo!

Hoy, me apetecía darte el mejor de los homenajes, mi querido Dani. ¿Y qué mejor que viajar en el tiempo hasta ese pasado que tanto dolor nos supuso a tantos miles de pericos, pero que, al tiempo, nos volvió a demostrar lo grande y especiales que somos?

Por eso hoy, en este otro 8 de Agosto, me he atrevido a fundir en un solo texto lo que entonces escribí casi como un diario de encontrados, dolientes, nostálgicos y maravillosos sentimientos. Espero que allí donde estés vuelvas a leerlo como sé que hiciste entonces y sonrías dulcemente.

Hoy, 8 de Agosto del año 2012, se cumple el tercer aniversario de tu muerte, Dani Jarque y, sin embargo, nunca antes te hemos sentido tan vivo, ni te hemos vivido con más bellos sentimientos que con los que nos dejaste tras tu marcha.

Descansa en paz, mi niño precioso.

Siempre en nuestros corazones. Siempre con nosotros, eterno 21.

 

 MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

Domingo por la tarde.

Son casi las ocho y el día comienza a caer. Empiezo a escribirte desconociendo cómo ni cuándo terminaré. Girando el cuello hacia la izquierda, dejo que mis ojos se pierdan entre el verdor de la plaza. Varias personas pasean por ella. Una chica le lanza a su pastor alemán lo que, desde aquí, parece un palo. El perro, enloquecido, corre a buscarlo una y otra vez. Yo vago, sin embargo, entre el recuerdo alegre de hace sólo siete días, cuando celebrábamos la inauguración de nuestro nuevo estadio y el presente desgarrador actual, empeñado en abofetearme, una y otra vez, con la tristeza de tu ausencia.

Todo parece seguir igual. Una bicicleta alquilada vuelve a reposar, anclada al poste frente a la biblioteca. La piscina se adivina vacía porque sus aguas se mantienen en calma. Una paloma remonta el vuelo frente a los pies cansados de una pareja de ancianos. Sólo mi bandera perica, con un negro crespón en el centro, parece gritarle a la sierra que algo ha cambiado. Mecida por un más que fresco viento anunciador de tormentas, intenta llamar la atención de los viandantes. Viandantes que, enfrascados en sus prisas, sus problemas y sus propios yos, no reparan en elevar su mentón hasta llegar a alcanzarla con sus miradas.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

Lunes al mediodía.

La plaza sigue siendo transitada por ciudadanos sin nombre. Ahora mismo, en la preciosa Toscana, un forense examina tu cuerpo mortal. Mientras, en tu casa de Castelldefels los tuyos, destrozados por tu marcha, intentan aferrarse a la idea de que todo lo vivido no es más que una horripilante pesadilla de la que despertarán de pronto, cuando aparezcas, sonriente, como siempre, abriendo la puerta del hogar. Pero eso no sucederá.

El canturreo de mis periquitos, Fito y Coji, vuelve a trasladarme hasta esa sensación de que todo continúa igual. Es raro. Todos nos iremos algún día, igual que todos llegamos aquí en un determinado momento y, sin embargo, todo permanece inalterable. Los toldos verdes prosiguen con su leve ondear bajo los castigadores rayos solares de un tórrido agosto. Las torres eléctricas interrumpen el sensual dibujo de la montaña, como siempre hacen. El ruido molesto de los motores logra alzarse, infatigable, hasta mi alta ventana, como cada día. El cambio no existe y sin embargo, tú ya no estás.

Tú ya no estarás recogiéndote el pelo, frente a la puerta contraria, a la espera de que Luis centre desde la esquina el mejor de los balones. Ya no estarás para gastarle a Coro las bromas que siempre os hacíais. Ya no estarás arrasando al futbolín junto a Iniesta, tu rival en colores y, sin embargo, tan grande amigo tuyo. Ya no podrás ruborizarte más ante la pregunta indiscreta del periodista de turno. Tú ya no romperás el juego atacante al robarle el balón al mejor delantero centro del mundo.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

Lunes noche, casi madrugada del martes.

Parece que mañana podremos, por fin, rendirte el tributo que te mereces. Dentro de unas horas me acercaré hasta nuestro estadio donde mi espíritu te despedirá y acompañará, entristecido, a tu desconsolada familia, a tus apenados amigos y al resto del equipo que ahora anda perdido. Somos pollos a quienes nos han arrancado la cabeza de cuajo y continuamos caminando pero ya sin saber a dónde.

La luces de las casas se asemejan a llamas de votivas velas. Iluminan la oscuridad reinante, aquí y allá, transformadas en versos de una silente letanía que repite tu nombre una y otra vez. El ciprés de la plaza, tan solitario como ya es habitual en él, permanece impertérrito, sin mover ni la más mínima rama. Las aspas del ventilador rotan a mi espalda, como siempre. Todo sigue igual. La noche avanza. Los sueños regresan. Las sábanas se desperezan antes de acoger a la marea de cuerpos que comienzan a acecharlas. En la tele, a mi derecha, en una película que no me importa, en un canal que ni sé cuál es, el llanto de un bebé recién nacido reclama mi atención. Nuevas vidas se abren paso. Otros, seguís viajes. La rueda existencial no cesa de girar en esta eternidad que nos observa, nos crea, nos da vidas y nos mata. Sí, todo sigue igual, pero tú ya no estarás.

Hasta dentro de unas horas, Dani.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

Martes, 11 de agosto, 8 de la mañana.

El gallo de mi despertador canta una y otra vez y me encuentro tan profundamente dormida que no sé ni por qué suena. ¿Por qué he de levantarme tan pronto? Entonces, tu sonrisa regresa hasta mi consciente y salto de la cama rumbo a la ducha. Tras ella, convertida ya en un ser humano, me lanzo sobre este mismo ordenador. Necesito saber las últimas noticias. Dependiendo de que ya hayan repatriado tu cuerpo, continuaré con mi plan o volveré a tumbarme. Afortunadamente lo han conseguido. Antes de las cinco de la mañana tu féretro ya pisaba suelo barcelonés. Ya está todo preparado en nuestro nuevo estadio. Tus familiares, amigos y compañeros no tardarán en llegar para velar tus restos. Yo he de ponerme las pilas si quiero llevar a cabo todo lo ideado.

Tras un café salgo a comprarte los velones y angelitos que vi para ti. También paso por la panadería y me hago con tres bolsas pequeñas de colines de pan. Para una ovovegana como yo, siempre, además, a dieta, no es fácil comer o tomar algo por ahí, así que mejor prevenir. Asimismo consigo unas cartulinas donde mi amor de vidas y yo te escribiremos una dedicatoria. Puede que, algún día, Martina, tu niña, la lea y sonría. O puede, simplemente, que sólo tu espíritu la contemple. En todo caso, deseamos ofrecértela.

Entro en la floristería junto a casa. Está vacía. El empleado me pregunta qué deseo. Le indico que busco un ramo de flores blancas y azules. Sólo le quedan blancas. Escojo margaritas y gerberas. Tienen una emisora de radio catalana como hilo musical. Hablan de ti, de tu capilla ardiente, de tu regreso a España. El chico no dice nada, pero supongo que sabe para quién es el ramo. A cada sugerencia que me hace sobre los lazos con que decorarlo o sobre el celofán en que envolverlo, mi respuesta siempre es la misma: azul y blanco. Como tu corazón y el de decenas de miles de periquitos que hoy tanto te echamos de menos. Finalmente queda precioso y regreso a casa.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...
Todo comenzó en casa...

Martes, 11 de agosto, 11 de la mañana.

Decidimos ir a Cornellá en taxi. No nos encontramos con ánimo como para hacer transbordos de metro, tren y bus. Además, hace un calor tremendo. Me visto con el top negro que porta nuestro escudo españolista dibujado a base de brillantitos de cristal. Tomo la bandera de cuadros blanquiazules que compramos en Glasgow, cuando fuimos con vosotros a la final de la Copa de la UEFA y me la coloco a modo de capa. En la zona de la espalda llevo un crespón negro de luto. Con tu ramo por escudo y con las mochilas conmemorativas de la inauguración del estadio llenas de zumos, agua, frutas, colines, viseras, bufandas y las ofrendas para ti, iniciamos nuestra triste marcha y nos dirigimos a tu encuentro.

Ya estamos frente a nuestra preciosa casa perica tras un viaje en taxi un tanto particular, conducidos por un señor de mucha edad que no tenía idea de cómo llegar hasta el estadio y que casi se pega con un joven motorista. No hay demasiada gente todavía. Vamos a tu puerta, la 21. Allí, en estos tres días de luto se ha creado una mayúscula capilla. Socios, aficionados y desconocidos anónimos te han ido dejando velas, camisetas, bufandas, peluches, firmas y toda clase de recuerdos plenos de cariño y emoción, como los que nosotros también te traemos.

En aquella inmensa playa de recuerdos...

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

...Éramos un grano de arena más.

No pudo ser. No fui capaz de contenerme. Al avanzar por la rampa de acceso al estadio, parapetada tras tus flores, me derrumbé. Rodeada de otros periquitos que clavaban sus apenados ojos en el ramo blanquiazul, no pude más y las lágrimas comenzaron a derramarse por mis mejillas. Al pasar bajo el 21 de los muros y toparme con toda la magia que otros habían dejado para ti a base de miles de regalos y detalles, las lágrimas aumentaron y con ellas la emoción y el temblor de mis manos y piernas. Ni siquiera podía abrir las mochilas y mucho menos extraer las velas de ellas. Mi amor de vidas, impactado también por todo lo que veían nuestros ojos y sentían nuestras almas, me fue ayudando poco a poco.

Tampoco allí había mucha gente todavía -aún faltaban casi dos horas hasta la apertura de tu velatorio al público- lo que motivó que una gran nube de cámaras de prensa y televisión se medio abalanzasen sobre nosotros cuando nos contemplaron "tan cargados" de cositas para ti. Por unos segundos me acordé de cuando yo me situaba del otro lado de las lentes y un colega cámara se empeñaba una y otra vez en grabarme en cada rueda de prensa. ¡Qué odioso me resultaba entonces! Te lloré. Te lloré durante un rato. Pero se trataba de una emoción contenida, discreta, callada. Como si de un preámbulo de lo que vendría después se tratara.

 MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

Nos unimos al sentimiento perico a través de nuestra humilde y sentida ofrenda.

Mi amor de vidas me dijo al poco que nos acercáramos hasta la tienda. Quería comprarte un corazón españolista de peluche, como el que tenemos en casa, pero de menor tamaño. Así podríamos ver la nueva boutique periquita e intentaríamos estampar tu nombre y dorsal sobre mi nueva camiseta, además de comprar algún que otro recuerdo.

Al llegar a la tienda, unos carteles sobre los cristales avisaban de que se les habían acabado las cifras de tu 21 para estampar, ante la colosal demanda de tus camisetas. Tan sólo disponían de las letras de tu apellido, así que tendré que esperar a próximas fechas para poder lucir tu número sobre mi espalda.

Una vez comprados un banderín y el corazón volvimos sobre nuestros pasos. En esos breves minutos la llegada de gentes había sido masiva y empezaban a formarse colas de pericos cabizbajos, con las miradas perdidas y el alma maltrecha en un puño de incredulidad, pesar y frío. Porque, aunque el tiempo meteorológico estival nos estuviese regalando un sol demoledor y 30 grados a la sombra, un gélido escalofrío nos recorría por dentro y transformaba nuestras almas en icebergs a la deriva.

De vuelta a tu santuario popular, un fotógrafo se hallaba acuclillado justo frente a nuestro ramo -ya, tuyo-, la dedicatoria, los angelitos y las velas. Esperé a que acabase de inmortalizarlos a través de su enorme teleobjetivo e imité su posición para hacerte entrega de ese pedazo de nuestros corazones que deseamos atesores hasta que nos veamos más allá del arcoiris. Un clic-clic volvió a sonar y una sonrisa compasiva de agradecimiento se creó tras la barba del retratista de instantes. Las lágrimas volvieron a derramárseme. "¡Un aplauso por nuestro Dani Jarque!", gritó con potente voz un anciano a mi vera y el santuario clamó en una sinfonía de palmas orgullosas, dolientes y entregadas.

Decidimos comprarte un corazón que representase los trocitos de los que te llevas contigo...

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

 ...¡Y es que te llevas tantos corazones, Dani!

 MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

¡Tantos que sería imposible contarlos!

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

¡Tantos como merece nuestro eterno capitán perico!

Pasados unos cuantos minutos, la seguridad del estadio nos fue invitando a salir de tu improvisada capilla, muy amablemente. "Tenemos que cerrar". Faltaba una hora para que se abriese al público tu capilla ardiente. Creo que fue justo en ese espacio de tiempo, en esa hora intermedia cuando tus familiares bajaron a ver por sí mismos todos y cada uno de los elementos traídos por nosotros, los aficionados y socios del RCD Espanyol, como homenaje a tu persona.

Y volvimos afuera, al sol, al calor, a la soledad compartida entre sudores, hielos internos y conversaciones entre desconocidos que, sin embargo, comparten la pasión de defender los mismos colores por los que tú tan bien luchaste, durante los últimos catorce años de tus 26 cortos años de vida.

Las filas de periquitos crecían y crecían a la espera de poder presentarte a ti y a los tuyos nuestros respetos y de intentar suavizar -si esto es posible- el tremendo hachazo asestado en las almas de tus familiares y amigos más íntimos. Por mi parte, lo único que deseaba era plantarme frente a tus restos mortales y en esos breves segundos, darte las gracias e impulsarte a seguir viaje en una nueva existencia, liberándote de los posibles anclajes y lastres que te pudiesen seguir uniendo a esta fase, ya acabada para ti.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...
Todos los pericos entregados a ti.

Martes, 11 de agosto, 2 de la tarde. Abren las puertas en punto y la cola se mueve muy rápido. En menos de quince minutos traspasamos la puerta 25, la que nos llevará hasta tu capilla ardiente, el lugar jamás escogido, el sitio al que nunca imaginé acudir tan sólo 9 días después de la gran fiesta que supuso el estreno del estadio y tu estreno como capitán sobre el reluciente césped que hoy parecía marchito y ajado.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

Todos juntos, los pericos, siempre, orgullosos de ti

Dejamos a la derecha el rincón donde se acumulan decenas de coronas de flores llegadas desde toda España e, incluso, del extranjero. Más allá, le echo una última mirada a tu capillita, nuestra capillita. Como me conozco, llevo en la mano dos pañuelos de papel. No soy de las que se corta un ápice a la hora de mostrar sus sentimientos y me temo que lo más duro está por llegar.

Prisas, carreras y cruces rojas muy apresuradas veo pasar a mi izquierda. Alguien que ya se encuentra muy cerca tuyo ha sufrido una lipotimia. Cesamos nuestro tristísimo paseo para que los sanitarios puedan acceder al lugar lo antes posible. Parece que no es gran cosa porque volvemos a ponernos en marcha. Al poco, contemplo a una señora muy mayor a la que una pareja de su misma quinta abanica, refresca y ayuda a caminar, guiados y asistidos en todo momento por un médico o auxiliar. Todo ha quedado en un susto.

Un nuevo giro y ya vemos el estadio por dentro. Ahí está el rectángulo verde sobre el que tantas alegrías nos diste. Pareciera como si un balón fantasma esperase tu patada, olvidado y ausente de todos. Y desde allí, presidiendo el vacío azul y esmeralda, como el capitán que siempre serás, apareces radiante, con tu preciosa e inmortal sonrisa, mostrándonos, una vez más, el camino a seguir: el de la lucha, el trabajo, la unión, la fe, la entrega y el amor.

 MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

Siempre nuestro guía, siempre contigo, siempre con nosotros, nuestro eterno 21.

Un último tramo de escalones y ya, a nuestra izquierda, queda la entrada al lugar donde reposa tu cuerpo mortal. El silencio, como no podía ser de otro modo, es sepulcral. Dos señores controlan la entrada al antepalco presidencial, el sitio que se ha escogido para acogerte a ti y a los tuyos. Vigilan que nadie lleve en las manos una cámara o un móvil con el que pueda romperse vuestra tan merecida intimidad. Me parece perfecto que así sea. Mereces el máximo respeto como para que la prensa más amarilla de todas convierta tu descanso eterno en un patético y vergonzoso circo.

Traspasamos la última puerta antes de tenerte enfrente y mis lágrimas afloran una vez más. El silencio abruma. El silencio sobrecoge. El silencio nos envuelve. Enseguida me doy cuenta de que al fondo, en uno de los laterales, están todos tus compañeros, técnicos y directivos. Tu féretro, situado en el centro, se encuentra colocado mirando hacia nosotros, hacia los aficionados, de forma que tu cuerpo yace perpendicularmente a tus más íntimos. Protegidos por la pared, al otro lado, están tus familiares. No alcanzo a reconocer a tus padres.

Me derrumbo. No puedo ni quiero controlar este maremoto de dolor, sentimientos encontrados, lágrimas y desesperanza que me anega la garganta, los ojos y mis adentros. Me paro y por unos segundos mi mirada se cruza con la de los señores de mediana edad sentados en la primera fila de la izquierda. Me observan rota y empiezan a romperse ellos. Me siento tan aturdida que no reconozco a nadie. Creo que mi amor de vidas me agarra y apoya con el contacto de su mano sobre mi hombro, pero ni siquiera de ello estoy segura.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...
Decenas de flores y de personas, a través de ellas, te rendimos tributo.

Quieta, hecha un mar de silentes lágrimas, te hablo sin quitar ojo del cajón que, ahora, te sirve de lecho mortuorio. Mi mente te da las gracias por tu amor y entrega a nuestros colores. Mi alma te recuerda que has de continuar tu camino, sintiéndote libre y pletórico por todo el cariño que dejas aquí y te acompañará eternamente. Mi cuerpo desearía permanecer allí mucho más rato, pero sabe que no puede permanecer mucho más frente al tuyo porque son miles los que esperan para despedirse de ti.

De pronto, un anciano pegado a nosotros eleva la voz y mirando a tus excompañeros y entrenadores grita unas frases que aniquilan al silencio y nos estremecen a todos: "Ara hem de lluitar tots junts! Per ell!" (¡Ahora hemos de luchar todos juntos!¡Por él!) Vuelvo a romperme mientras mi cuello gira hacia la derecha y mis ojos se clavan en una joven de pelo rizado y cobrizo sentada en la primera fila del fondo reservado a tus familiares. Pese a vestir de negro por completo y a hallarse sentada, no se me escapa su prominente barriga embarazada. Sollozo y me desgarro al contemplar a tu Jéssica y a esa tripa, refugio y abrazo de vuestra Martina quien, desde el útero de su mamá ha de despedirse de su joven padre sin haberlo, siquiera, podido escudriñar con sus ojitos. Durante unos segundos mi borrosa mirada tropieza con la del joven de barba que me recuerda a ti y que, también de riguroso luto, abraza a Jéssica, en un intento de consuelo.

De nuevo me vuelvo hacia tu quieta presencia frente a nosotros, pero ya noto cómo mis pies empiezan a dar nuevos pasos que me obligarán a marcharme. Les obedezco mientras te dejamos atrás. Un último giro de mi cabeza y un último y mudo susurro para darte ánimos e invitarte a elevarte y dejarnos, cuando todos los rituales de sagrada despedida hayan culminado.

Una vez fuera del antepalco presidencial continúo llorando, sollozo, me abrazo a mi amor de vidas y me deshago en dolor y pena, en nostalgia y pesar. Lloran mujeres y niños. Lloran hombres y ancianos. Lloramos todos porque sabemos que, por por muy vivo que sigas en tu nueva existencia incorpórea y en nuestros corazones, tenemos que despedirnos de ti y eso nos rompe el corazón.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...

Rebosante de dolor e hinchada a llorarte

Bajamos las escaleras como zombis, envueltos en un sobrecogedor silencio, sólo roto por incontables e incontenibles lloros y gemidos. En cuanto salimos al exterior, la prensa se lanza sobre nosotros. Hacemos cola frente a los libros de condolencias para dedicarte unas últimas palabras. Han sido catorce los que los periquitos hemos llenado con palabras de cariño dedicadas a ti y a los tuyos. Sigo llorando. Sigo repleta de pena. Sigo sintiendo que hasta el estadio te guarda luto y aparece apagado, triste, desconsolado. Luego, ya a la sombra de nuestra pajarera periquita, nuevos abrazos mientras hundo mis lágrimas sobre el pecho de mi amor de vidas.

Un descanso en un escalón. Callados, mordisqueamos una manzana. En silencio nos bebemos un zumo. Alicaídos, dibujamos un poco. Bueno, dibuja él y yo emborrono. Me comenta si no vi a los dos Ivanes, a Raúl, a Callejón, al Presi, a Mágico, tu representante. Le respondo que vi a todos y a ninguno porque mi estado no me permitió reconocer a nadie, salvo a ti. Sopesamos el quedarnos o irnos. Me tienta la idea de volver a entrar, pero él opina que no, que las despedidas importantes han de llevarse a cabo sólo una vez. Intento convencerle y al final soy yo la convencida. Un paseo más y, sin casi darnos cuenta, nos alejamos en busca de la estación de tren.

Mi amor de vidas decide ir al trabajo, aunque no hacía falta. Me acompaña hasta Plaza España y allí tomo un taxi. Me apeo frente a la puerta del super. He de comprar unas cosas. Está cerrado, falta un cuarto de hora para las cinco. Me siento en un banco a la espera de que abran. Se está bien. Corre una fresca brisa. Tus imágenes continúan ancladas a mi memoria y las evoco una y otra vez. Tres ancianos se unen a mí en el banco. Llegan por separado, pero se conocen. Debo haber usurpado su exclusivo lugar de chalas vespertinas. Me salva el sonido de la valla automática abriéndose, cuando el viejo del bastón no para de mirarme y de intentar entablar conversación. No tengo ánimo para chácharas. Me levanto un tanto molesta y me sumerjo en el recién abierto super.

La cajera mira mi top negro con nuestro escudo de brillantitos. No hay nadie más en la cola, así que se lanza a preguntarme si vengo de Cornellá. Le digo que sí y empezamos un diálogo que gira en torno a ti. Me cuenta que ha llorado mucho y eso que ni ha ido al estadio. ¡Qué penita más grande!, exclama y tiene toda la razón del mundo. Pena es lo que siento dentro desde que supe de tu marcha. La simpática chica me da el pésame, me desea que todo vaya bien e inicio la vuelta a casa, con bolsas repletas de viandas y el alma rebosante de pena. Y todo acaba en casa, como empezó. Abro una de las mochilas y me embuto en la camiseta que ya porta tu nombre. La misma que me pondré cuando acuda al estadio. La misma que luciré cuando te busque sobre la hierba y no pueda encontrarte.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...
Y todo acaba en casa...

Sin embargo, hay algo que no es cierto. No es verdad que todo haya acabado.

Sé que desde donde te halles, vas a apoyarnos con todas tus fuerzas y nos ayudarás aún más y mejor que cuando vivías con nosotros. Es más, tengo la sensación de que este año y el próximo el Españolito logrará hacer realidad muchos de los sueños que los pericos tenemos. Sé que estarás en cada esquina del campo, en cada grito que lancemos, en cada cántico que nos una, en cada gol que metamos y en cada tanto que evitemos. Sé que te has convertido en leyenda y mito para los que vengan detrás nuestro y que los niños del futuro abrirán mucho sus ojos cuando los viejos de entonces les relatemos las andanzas sobre el césped y fuera de él de nuestro eterno 21. Sé que transformado en un faro inmortal nos ayudarás a saber cómo recuperar a tus compañeros, hoy hundidos en el dolor, la tragedia y la rabia.

Sé todo eso y muchas más cosas que me callo y que ya quedarán entre tú y yo porque, tal y como aseveran una y otra vez los que tanto y tan bien te conocían, tu principal característica fue siempre la humildad. Humildad que te llevaba a apearte del coche con una sonrisa para sacarte una foto con el aficionado de turno que te lo pedía, a atender a los medios, siempre de buena gana, pese a lo nervioso que eso te ponía y a tener bien en el suelo los pies, recordando siempre tus principios y de dónde venías. Ayer, Lotina, el entrenador que te subió definitivamente a la primera plantilla, dijo públicamente que si llegas a saber lo que se iba a montar tras tu muerte, no te hubieras muerto ni de coña y estaba en lo cierto, porque a ti, la fama y ser noticia nunca te gustaron, ni atrajeron. Pero hoy yo tenía que rendirte este pequeño homenaje, Dani, porque así lo sentía y lo siento.

No voy a mentirte, hoy para mí está siendo el día más triste de todos desde que te fuiste. Tal vez empiezo a asimilarlo. Quizá me estoy dando realmente cuenta ahora de que ya no podré disfrutar de tu buen hacer sobre el terreno de juego. Sé que el tiempo todo lo aminora, pero también sé que a mi corazón, desde el pasado sábado 8 de agosto, le falta un trocito más. Ese trozo que te acompaña y que te impulsa a elevarte, con cariño, paz y silencios. Silencios imprescindibles para poder escuchar el sonido de tus blanquiazules alas, revoloteando por los azules cielos. Porque es cierto, Daniel: desde hace cuatro días, el cielo es más blanquiazul y más bello.

Te quiero, Dani. Te queremos. Descansa en paz. Disfruta de ti. Aprende, evoluciona, existe, sé tu mismo, cuida de los tuyos, ayúdanos a ser mejores y, sobre todo, recuerda que un día, acaso no muy lejano, nos fundiremos en un abrazo. Un abrazo fraternal, mi querido Capitán Eterno.

MI PROPIO HOMENAJE A TI, DANI JARQUE...


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