Microrreto: la paleta de las emociones

Para que una historia nos atrape tiene que provocarnos algo. Ese algo es la emoción. Y para ello es fundamental que nuestros personajes se emocionen, que los sucesos y eventualidades que les tengamos preparados durante la trama nos los hagan sentir como si estuvieran vivos.

Por supuesto, que sepamos reflejar en letras esos sentimientos y emociones es esencial para ese fin.

Con este último microrreto de la temporada os invitamos a emocionarnos.

LA PALETA DE LAS EMOCIONES

Cuando empezamos a escribir narrativa suelen delatarnos dos cosas. La primera es que en nuestras historias pasan muy pocas cosas y un tanto deshilvanadas; la segunda, es que nuestros personajes suelen ser bastante infantiles en sus reacciones, con lo de infantil me refiero a que apenas mostramos un par de estados emocionales: o positivo o negativo.
En la infancia, los niños suelen contar con pocas armas para mostrar su estado de ánimo. O están contentos o están tristes y la manera de hacérnoslo notar es con sonrisas o con llantos. Conforme van creciendo su repertorio de emociones se vuelve más rico y variado. La madurez, en definitiva.
Contar con una extensa paleta de emociones es una de las mejores herramientas para cualquiera que escriba narrativa. Pero ¿sabemos realmente qué es una emoción?

¿Qué es una emoción?

Casi todo el mundo cree saber qué es una emoción hasta que intenta definirla. En ese momento, prácticamente nadie afirma poder entenderla (Wenger, Jones & Jones)

La RAE define emoción como: «Una alteración de ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática». De hecho, el término se compone de «moción», que implica movimiento, y de «e», que indica que esos movimientos se dirigen a la acción. Es decir, algo produce que nuestro ánimo se modifique y ello provoca además una manifestación de gestos corporales como reacción.
   No hace falta decirque leer y consultar libros de psicología es algo muy recomendable no solo para conocerlas —que de eso ya se encarga la vida—, si no para comprenderlas y poder jugar con ellas en nuestros personajes.
   Uno de los que mejor las ha explicado y de manera muy práctica es Robert Plutchik quien elaboró un sistema de clasificación que nos viene que ni pintado. Según este autor, existen ocho emociones básicas o primarias. Emociones comunes a cualquier ser humano de manera innata y al margen de cualquier época o contexto cultural. Son emociones que no se aprenden, que vienen escritas en el manual de instrucciones de nuestra genética.
   La característica de esas ocho emociones es que se pueden ordenar de manera especular con sus contrapuestos. MICRORRETO: LA PALETA DE LAS EMOCIONES

Si os fijáis en el gráfico nos encontramos que el contrario de Alegría es Tristeza; lo contrario a miedo es el enojo; lo contrario a la confianza en algo es la aversión a ese algo: y lo que esperamos, anticipamos, jamás nos sorprenderá.
Además, cada emoción básica tiene grados de intensidad. La alegría moderada es serenidad o paz de espíritu, cuando se desborda nos sentimos extasiados, por ejemplo.
Pero Plutchik va más allá. Esas emociones básicas pueden combinarse entre sí. A esta unión él la llama Diada y en el siguiente gráfico vemos la primera, que resulta de unir las emociones que aparecen consecutivas en el sentido de las agujas del reloj. MICRORRETO: LA PALETA DE LAS EMOCIONES

Observamos que al unir dos emociones consecutivas nace una emoción secundaria. Por ejemplo, Alegría y Confianza produce Amor; Confianza y Miedo, Sumisión...
Podemos seguir combinando, por supuesto. Si en lugar de unir las que aparecen juntas, lo hacemos a saltitos nos sale una diada secundaria. Por ejemplo, Anticipación y Confianza producen Fatalismo; Alegría y Miedo, Culpa; Confianza y Sorpresa, Curiosidad... ¿Qué emoción resulta de unir Sorpresa y Aversión? Os lo dejo como deberes. MICRORRETO: LA PALETA DE LAS EMOCIONES

¿Qué nos provoca emoción?

No hace falta decirlo, ¿no? La vida y la sucesión de eventos que nos salen al paso. Como decía Severo Ochoa, somos física y química. Ante cualquier eventualidad nuestro cuerpo activa una serie de proteínas que modifican nuestro ánimo a fin de prepararnos para afrontarlas.
En la siguiente tabla mostramos qué suele provocar emociones, cómo reaccionamos y con qué objetivo lo hacemos: MICRORRETO: LA PALETA DE LAS EMOCIONES

¿Cómo describir la emoción de nuestros personajes?

Nuestros primeros personajes suelen contar con una expresividad muy pobre. Que se me muere el geranio, lloran; que reciben la factura de la luz, se les humedecen los ojos; que les llega un paquete de Amazon sonríen; que les llama su ex, fruncen el ceño.
   Si es bueno contar con una paleta de emociones, tanto o más es conocer qué gestos, expresiones y, en general, que lenguaje corporal traduce nuestro estado de ánimo para poder transmitirlo al lector.
   Por ejemplo, las emociones primarias generan expresiones faciales. La alegría o el miedo se reflejan de una manera muy identificable en el rostro de la persona; por el contrario, las emociones secundarias como los celos o la vergüenza, no.
   Os invito a leer El lenguaje corporal en narrativa en el que KMarce nos explicaba muchos trucos respecto al lenguaje no verbal de nuestros personajes.
   A lo tonto, en lo que llevamos de entrada ya hemos mencionado 40 emociones distintas con las que dar vida a nuestros personajes. Pero ahora se me ocurre una cosa.
   ¿Podemos utilizar esas emociones para algo más? ¿Podemos usarlas como recurso creativo y escribir un relato partiendo de ellas?

Uso de las emociones para tramar tu relato

Los manuales de escritura hablan de la importancia de que nuestro personaje no sea plano, que pueda evolucionar con su reacción a los sucesos que le vayan asaltando durante la trama. Es lo que llaman el Arco del personaje.
   Me pregunto si podríamos usar esas emociones para crear un arco previo del personaje y, a partir de ahí, poder confeccionar la trama de nuestra historia. Es decir, ¿iniciamos nuestra historia con un personaje feliz y lo dejamos al final hecho unos zorros? O al revés, ¿comenzamos con un personaje hundido y logramos que resurja?
   Vamos a probarlo.
   Coged papel, bolígrafo y la paleta de emociones que os hemos preparado antes. Seleccionad siete emociones (positivas y negativas) y distribuidlas al azar o bien enfocadas a un final que sea positivo o negativo.
   Yo voy a seleccionar para mi historia: CONFIANZA-DISTRACCIÓN-SORPRESA-TERROR-ALEGRÍA-ALIVIO-ARREPENTIMIENTO.
Ahora, imaginemos hechos que puedan provocar esa emoción a nuestro personaje.
Os esperamos.
   ¿Ya? ¿Qué tal? Aquí os dejo lo que me ha salido a mí:

CONFIANZA, una niña de doce años afronta su primera responsabilidad. Su madre la ve madura para encargarle que vaya a llevar a su abuela la comida. Esa tarea hace sentir a la niña seguridad en sí misma.
DISTRACCIÓN, mientras realiza la tarea algo la sorprende y provoca que se distraiga de su obligación. En este caso, es un lobo que le propone una carrera para ver quién llega antes a casa de su abuela.
SORPRESA, cuando la niña llega a la casa de su abuela, pero ve algo raro en ella.
TERROR, comprueba que se trata de un lobo y que este la ataca, comiéndosela a continuación.
ALEGRÍA, cuando es salvada por un leñador.
ALIVIO, las consecuencias negativas de su distracción han sido anuladas.
ARREPENTIMIENTO, comprende que la irresponsabilidad puede tener un final terrible.

Vale, vale… Es la Caperucita Roja. Pero he querido utilizar este cuento conocido por todos para mostrar cómo puede montarse una historia partiendo de las emociones que la protagonista irá sintiendo, con independencia de los hechos concretos.
Y ahora sí, vamos con el Microrreto