Ese abrazo que me envuelve mientras deleitas mi deseo.
Me acoges en tu regazo para fundirte conmigo, en el momento en que tu reflejo queda en mi mirada, y nuestros cuerpos se hablan en silencio.
Es el viento quien transporta nuestros gemidos, ensordecidos por la bravía cascada, que junto a nosotros discurre.
Bajo el puente de hierro, ese que es nuestro camino para ascender hasta el cielo, techo bajo el manto de hiedra en el que nos cobijamos de las miradas indiscretas del paseante, mientras tú y yo somos nosotros.
Marijose, letras y fotografías.