Revista Talentos

Monólogo: la primera clase de spinning

Publicado el 12 abril 2015 por Espe85

LA PRIMERA CLASE DE SPINNING

¿Alguna vez habéis ido a una clase de spinning?.... ¿Y habéis sobrevivido para contarla?...Y sobre todo,  ¿habéis sobrevivido con dignidad?....Porque eso más que hacer deporte es una tortura, y que yo recuerde, en “50 sombras de Grey” también recurren a técnicas de tortura pero se lo pasan mejor. ¡Vamos a ver!  Un día, normalmente cuando te rondan los treinta, decides que es el momento de llevar una vida sana y hacer deporte, para empezar poco a poco decides que lo mejor va a ser empezar con una clase de spinning diaria,  sin saber que es probable que no pases de la primera... Porque, qué carajo te hizo pensar que después de estar unos cinco años sin hacer ningún tipo de ejercicio, una clase de spinning, así sin anestesia ni nada, era la mejor forma de empezar.

Tú empiezas con todo el ánimo del mundo y según va entrando gente a la clase piensas: si ellos pueden yo también… La desilusión llegará después... Empieza la música y tú empiezas a pedalear al ritmo de la música, según te va indicando el monitor, y al principio vas bien,  luego la cosa se anima y tus piernas empiezan a dolerte de lo lindo, y antes de los primeros cinco minutos de clase estás pensando en abandonar. Pero sigues ahí, por orgullo más que por otra cosa, y en ese momento oyes al monitor decir: Terminó el calentamiento... Y piensas: ¡Aaaaah! que esto era el calentamiento y yo quería salir corriendo ¡qué será lo que viene después!


Después de este “pequeño” calentamiento llega el fantástico momento en el que el profesor dice: ¡Arriba!  y no significa que ha terminado la clase, significa que hay que pedalear con el culo levantado del sillín y ese es el momento en el cuál descubres, a traición y por la espalda, cual es el verdadero peso de tu trasero, cuando al levantarlo te das cuenta que es incompatible con seguir pedaleando. Si a eso le sumas una coordinación un tanto escasa, llegará ese momento en el cuál tu autoestima sufrirá uno de sus mayores reveses, cuando al intentar pedalear con el culo levantado, no sólo no puedas pedalear al compás de la música, si no que casi te caes de la bicicleta...¡¡¡¡estática!!!!  Por falta de coordinación y exceso de culo... Que ambas cosas no se llevan bien con el equilibrio.


Llega un momento en el que sólo intentas seguir el ritmo de la clase, como puedes, mientras ves a todos tan tranquilos, pedaleando como si nada en sus bicicletas, cuando tú estás al borde de la desintegración molecular. Y ya cuando estás deseando con todas tus fuerzas que acabe la clase, oyes al monitor gritar con todo su entusiasmo: ¡¡¡Vamos a por la última fase de la clase, cuando no podemos tirar de piernas sólo podemos tirar de orgullo!!!... Y te dan ganas de darle un guantazo en toda la boca mientras piensas: Yo saldré de aquí sin piernas y sin orgullo, porque lo perdí cuando casi me caigo de una bicicleta estática, pero a ti no te queda un diente en su sitio.  Llegados a este punto, lo que no te explicas, es cómo tú estás echando el hígado por la boca por el esfuerzo y el señor monitor está tan tranquilo pedaleando con el culo levantado, a la vez que cambia la música como él mejor de los Dj y le da tiempo a filosofar. Justamente en el momento menos adecuado descubres que hay hombres que si saben hacer dos cosas a la vez.


Por fin llega el momento que más has deseado en los últimos 45 minutos... ¡¡¡Que acabe la clase!!! Y al bajar de la bicicleta descubres que te tambaleas, no se sabe muy bien si es por el enorme esfuerzo que has hecho, aunque el monitor ni se haya despeinado, o porque solo te han hecho falta 45 minutos de spinning para olvidarte de andar.  Pero lo peor aún no ha llegado, lo peor viene después, justamente cuando empiezan a aparecer las famosas "agujetas".  Porque tú piensas que solo moviste las piernas, pero es falso, algo más debiste de mover cuando te duelen hasta las pestañas. No sé muy bien por qué, pero al día siguiente no tienes agujetas, tienes una sola agujeta que va desde el pelo hasta la punta del dedo gordo del pie. ¡¡¡Aaahhh!!! Y otra cosa que nadie dice y todos sienten... Después de la primera clase de spinning te duele el culo, y mucho. El sillín no es precisamente lo más cómodo que han inventado y tú que no puedes pedalear con el culo levantado, te has pasado 45 minutos apoyando ahí tus podaderas, lo cual te provoca un dolor en el trasero que te durará más aún que las agujetas.  No faltará quien te diga que eso con el tiempo se pasa, pero ese “dolorcillo” hará que no quieras ver un sillín de bicicleta  en un radio de 10 km durante los próximos 15 días.


Bueno, después de este cuadro siempre hay alguien que te animará a seguir en el gimnasio… ¿Por qué? Porque después del ridículo que has hecho saben que lo más probable es que abandones, pero no, sigues ahí... ¿Por qué?... ¿Por orgullo?  No… ¿Por superarte?  No,  porque tienes encima una crisis de los treinta como un piano, que te va a llevar a hacer cosas que en otra situación psicológica normal no harías.


A la vista de tan interesante experiencia solo puedo decir una cosa: no vuelvas a una clase de spinning hasta que puedas pedalear con el culo levantado del sillín. No por el miedo a hacer el ridículo, eso ya lo superaste en la primera clase, si no por el miedo a esas temibles agujetas, que seguirán saliendo hasta que tu forma física no sea medianamente aceptable para entrar a una clase de spinning y sobrevivir en el intento… Y sobre todo, para no hacer otra herida en tu orgullo, de la misma medida de ese trasero que tanto te cuesta levantar a la vez que pedaleas.

P.D.: Si te gusta la lectura puedes leernos también en: http://www.puntorojolibros.com/todas/Ironias-de-la-vida.htm


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