Revista Talentos

Monólogo: una clase de cardio box

Publicado el 29 octubre 2015 por Espe85

UNA CLASE DE CARDIO BOX
¿Alguna vez habéis entrado a una clase de Cardio Box?, de esas que te pasas la clase dando puñetazos y patadas al aire al compás de la música, siendo plenamente consciente que cuando repartieron coordinación tú no debías estás cerca. Bueno, pues os recomiendo que lo hagáis, porque aún si no quemáis suficientes calorías, aún si no hacéis todo el ejercicio que querías hacer y aún si no habéis aprendido nada de Cardio Box, la clase os dejará un recuerdo que no olvidareis en toda la vida: vuestra imagen en el espejo, dando vueltas sobre vosotros mismos, soltando patadas y puñetazos indiscriminadamente a diestro y siniestro con la misma gracia que un gato mareado cazando moscas. Vamos, una imagen que cuando la recordéis os hará reíros de vosotros mismos en los momentos más insospechados.

Eso sí, para pasártelo así de bien, aún siendo consciente de que estás haciendo el ridículo nivel experto,  es imprescindible que a esa clase vayas con una amiga, principalmente con la amiga que te animó a hacer este deporte. Porque al veros las dos en dicha situación, después de ese pensamiento inicial de: "Estoy haciendo el ridículo" y las risas de después, os quedará un bonito recuerdo para toda la vida, con el cuál reíros durante mucho tiempo. Atención,  nota mental,  es muy importante que vuestra amiga tenga la misma coordinación que vosotras, así es más divertido.


Tú te metes en esa clase pensando que tiene que ser estupenda para eliminar el estrés, pero descubres que lo único que has eliminado ha sido tu dignidad, justamente cuando el profesor te dice que con un par de matamoscas en la mano estarías más graciosa,  todo esto mientras se pone él y sus primeras experiencias con el Cardio Box como ejemplo, que hay que ser diplomáticos. Y es que hacer boxeo sin un saco delante al cual golpear solo le queda bien a Mike Tyson o Muhammad Ali, si no eres uno de estos dos o cualquier otro boxeador profesional, date por jodida, porque dar golpes sin tener delante el objeto golpeado es como cuando ves a alguien hablar solo,  siempre piensas que está loco.


En el fondo salí de esa clase pensando que lo que te ayuda a eliminar el estrés no son esos golpes sin dirección lanzados al aire sin ningún sentido. Esa clase te quita el estrés porque te ríes de ti misma, y de esa imagen que estás proyectando en el espejo, lo que no está escrito, y como lo normal es que todo el mundo en esa clase tenga boxeando el mismo estilo de gato mareado que tú, salvo alguna excepción que pasa desapercibida, porque la norma es el ridículo generalizado, pues no pasa nada porque tengas un poco de falta de coordinación. Si a esto le sumamos aquella regla que dice que hacer el ridículo en compañía no da vergüenza, en ese momento nos lanzamos a ese ridículo colectivo de patadas y puñetazos al aire, al mismo tiempo que en ocasiones nos cuesta sujetar esa risa que delata nuestra vergüenza propia y ajena. Supongo que en esto estaría pensando quien dijo aquello de “Mens sana in corpore sano”.

P.D.: Si te gusta la lectura, los monólogos y el humor puedes leernos también en Ironías de la vida http://www.puntorojolibros.com/todas/Ironias-de-la-vida.htmy en Un tropiezo existencial http://www.puntorojolibros.com/Un-tropiezo-existencial.htm.

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