Revista Talentos

Murgas y máscaras

Publicado el 07 febrero 2012 por Beatrizbeneitez
Murgas y máscarasBeatriz Benéitez Burgada. SantanderSiento ser tan categórica, pero no entiendo los carnavales. Me refiero a esas fiestas que se celebran por doquier antes de la cuaresma cristiana y que consisten, básicamente, en que todos tratemos de parecer lo que no somos. Os voy a parecer una aguafiestas, y ya sé que soñar es gratis, pero no entiendo ese afán por ser una regadera, un semáforo, un elefante africano o un ganster de los los años veinte, por un día. Seguramente tendrá su gracia porque, de hecho, muchísimas personas disfrutan de esta fiesta en cada pueblo y ciudad de España. Pero yo no soy capaz de encontrarla, al menos como norma. Por supuesto, hay excepciones.
Entiendo el origen de esta fiesta pagana, cuyo carnet de identidad en otros tiempos era la permisividad. Y que esta celebración pudiera tener reminiscencias, en un pasado, de las bacanales romanas y griegas, en honor a Dionisios. Y, por supuesto, de don Carnal y doña Cuaresma del Libro de Buen Amor de don Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Puedo entenderla como oposición a la represión eclesiástica de antaño. Pero no le veo la gracia a los carnavales tal y como se plantean en la actualidad en la mayoría de los lugares. Las excepciones están claras. Por supuesto pienso que deben conservarse las tradiciones en aquellos lugares en los que el Carnaval tiene un especial arraigo. Me parece estupendo que se defiendan el patrimonio cultural y las fiestas de interés regional y nacional. Es el caso de los carnavales cántabros de Santoña, con sus murgas; las chirigotas de Cádiz o la espectacularidad del carnaval de las Islas Canarias. Murgas y máscarasOpino lo mismo del carnaval de Venecia, único en el mundo, cuyo origen se remonta al siglo XI. Sus disfraces de época y esas máscaras que son auténticas obras de arte, hacen que en la ciudad de los canales se pueda viajar hacia atrás en el tiempo durante unos días. En contraposición, el de Río de Janeiro, en el que millones de personas disfrutan de los desfiles y las escuelas de samba. Otros carnavales famosos: los de Oruro en Bolivia, Barranquilla en Colombia y Veracruz en México. Excepciones al margen, los carnavales me dan pereza. No les veo la gracia en los lugares en los que no hay especial tradición. Cuando llegan, siempre estoy deseando que se acaben. No sé por qué hay que celebrar todo en todas partes. Esto de la globalización no acaba de convencerme. Cuando quiera disfrutar de un buen carnaval, viajaré a alguno de los lugares que he mencionado. Mientras tanto… un poco de paciencia, y a pensar en el disfraz de las peques. Es lo que hay.

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