En memoria de los fallecidos en Siria, Egipto, Palestina,
Afganistan, Irak... y demás de guerras invisibles y olvidadas.
En memoria, sobre todo, de los niños siempre víctimas inocentes.
En denuncia de la ambición del hombre y de su deshumanización.
Las madres traen sus manosrepletas de muertos.
En el acíbar de sus lágrimas
el rostro de su sangre,
en su boca, sin cansancio
y sin olvido, el nombre de sus hijos.No puedo cantar.
No puedo cantar.
Bajo el imperio de los espejos
se amontonan las víctimas,
sobre el bosque de sus cuerpos
se yerguen los pilares
donde siempre se festeja.
No puedo cantar.
No puedo cantar.
Siempre, siempre
el reino antiguo
de la misma muerte.
Los gusanos de la avaricia
devoran inocentes sin boca,
mientras el resto, sin preguntas,
baila sobre su propia tumba
adorando estrellas inexistentes
dibujadas en el suelo por los hombres. No puedo cantar.
No puedo cantar.
No puedo cantar.