Revista Talentos

Obra completa

Publicado el 30 junio 2019 por Ivandelanuez

Iván de la Nuez

  • Obra completa

Una faceta separada de Julián Rodríguez basta para dar por satisfecha cualquier vida. No es que esto sirva de consuelo pero tal vez, con el tiempo, ayude a mitigar su ausencia. La suya es una obra total y completa. Escrita, editada y expuesta, sin olvidar las muchas iniciativas que lideró y que quedan también como un legado tangible y útil.

Lo que afirma Daniel G. Andújar sobre su impronta como galerista sirve para todo lo que Julián hizo en su vida. Allí por donde pasó, cambió el modelo.

En cualquier caso, su autoridad como editor, galerista y gestor cultural viene de su grandeza intelectual, el único patrimonio con el que se plantó en un mundo todavía clasista e incólume a la movilidad social.

Como escritor, fue pionero en incorporar a la narrativa contemporánea española dos asuntos, en apariencia distantes, que años después han conocido el éxito: el campo y el arte.

Con su escritura, seca y profunda, rebajó la algarabía de ambos temas, a los que dotó de naturalidad sin naturalismo, de contemporaneidad sin fetichismo. Cortando, de cuajo, la tendencia pintoresca del primero y la pulsión frívola del segundo.

Ahí quedan sus libros como testimonio de esa precisión: Unas vacaciones baratas en la miseria de los demás, Ninguna necesidad, Santos que yo te pinte, Cultivos

Como editor, sigue la estela de sus propios editores, Constantino Bértolo o Claudio López Lamadrid, aunque también nos remita a Roberto Calasso; con esos textos para las contracubiertas que están a un nivel inalcanzable para otros colegas de ese mundo. Un mundo al que llega desde una extracción humilde que mantiene como raigambre, pero que no le lleva ni al desclasamiento servil ni al revanchismo.

Su ambición siempre estuvo más adelante, más lejos, más alto.

Era un rompehielos.

Y como tal, capaz de imponer un catálogo que destroza la frontera entre España y Latinoamérica, algo que siempre consideró un territorio indistinto. Aunque no por el hecho de estar unido por una misma lengua -todas esas metáforas del territorio de la Mancha, etc.-, sino por lo contrario: porque son muchas las lenguas, y muchos los acentos, que componen este espacio al que trató desde una igualdad ética, sin la jerarquía editorial que sigue manteniendo España sobre sus excolonias. En ese sentido, el nombre de Periférica es, desde el principio, un manifiesto diferente de geopolítica literaria.

Si no entiendes a Rita Indiana, Yuri Herrera, Juan Cárdenas, Diamela Eltit o Valentín Roma, no te preocupes. Ya los entenderás mañana. No hace falta un glosario que te los traduzca a la primera, sino seguir editándolos, haciendo común una lengua distinta que se ha formalizado dentro de un mismo idioma. (Perdón por el trabalenguas).

Como galerista, su reto no consiste en inocular lo contemporáneo en el arte español sino en recuperar lo español en el arte contemporáneo, siguiendo esa misma noción de lenguajes mixtos. Por eso abre su aventura con una exposición-libro de Joan Fontcuberta. Y por eso busca artistas -como Pedro G. Romero, Javier Codesal, entre otros- que han de tener un plus literario dentro de una obra que siempre está un poco más allá del arte.

Todos estos son capítulos de esa obra única que es, también, un ejemplo sofisticado de pedagogía para autodidactas.  

Por eso, cuando recupera clásicos -Maupaussant o Balzac- nunca es para insuflarles una agenda contemporánea sino al revés. Lo hace con la esperanza de que ofrezcan algún recurso al desconcierto del presente.

En esa cuerda, no hay libro más “periférico” y actual que el de Joseph Joubert: Sobre arte y literatura. Una pieza sólo comparable a Más allá del bien y del mal, de Nietzsche.

En una página de ese libro, se lee esta frase: “Antes de emplear una palabra hermosa, hazle un sitio”.

El sitio que ocupa la obra completa de Julián Rodríguez es de una tremenda belleza, de una totalidad desconcertante. No conozco a nadie que lo haya atravesado y no haya crecido. Para la literatura, para el arte, para la vida.

Conozco muy pocos de los que se pueda decir esto.

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