Ojos del desamor

A los ojos de aquella mujer había quedado como un estudiante sempiterno coleccionista de diplomas de todo pelaje y condición.
Le había decepcionado fruto de sus inseguridades, pero poco le importaba.
No aspiraba a que su cama se convirtiera a una parada de autobús, ni una estación en hora punta, lo único que ansiaba desde que tenía claro que existían los afectos, era encontrar a alguien que tuviera tiempo para él. Con la que poder charlar de libros, música y demás temas, salpicados con besos y caricias.
Lejos de aquel deseo estaba la realidad no había nadie cercano a quien dedicar requiebros, se consolaba escribiendo.
Era un tipo que cada día se convencía que seguiría célibe hasta el final de su existencia. cada jornada su ilusión decrecía.
Para que cuidar su estética si nunca había agradado a nadie cosa que llevaba intentando desde que era un quinceañero, atolondrado.
Lo más parecido al amor que había conocido era el que noble y desinteresadamente le había dedicado su perra, tristemente fallecida en mayo de 2014.
Después de todo había sido el único ser que nunca rechazo sus besos en la cabeza y sus caricias.
Si nunca había gustado a nadie cuando su salud y físico eran mejores que ahora, no encontraba ningún motivo para que las cosas cambiaran.
Sin dudarlo lo más mínimo nadie iba a fijarse en un tipo cuarentón, con muchas operaciones a sus espaldas y cientos de goteras.
En una sociedad presa de la imagen, no tenía demasiadas opciones de conquistar a nadie.
No tenía edad de buscar su primer beso y menos su primera caricia.
Tiraba la toalla de modo definitivo, después de probar incluso agencias matrimoniales, cupido no era su aliado.
Esperaba mejorar como persona, no la llamada del amor eso queda bien en las películas y las novelas.
La realidad siempre es más cruel.