A raíz de un post del blog Ficcionario, titulado “En las profundidades de la noche”, me he dado cuenta de otro mecanismo con el que poder hacer regresar a la inspiración. Pensad en los ‘collages’ que nos mandaban hacer en el colegio. Recogíamos pedacitos de revistas e incluso de otros materiales para componer un dibujo nuevo y original. Sucede algo parecido con la literatura en general, y las palabras en particular.
Para aumentar nuestro vocabulario y conocimiento, se requiere tiempo. Pero llega un momento en que volvemos a tocar los mismos temas. ¿Cómo hacer algo nuevo a partir de conceptos tan usados? Hacer todo pedacitos. Luego, coger uno de esos pedacitos e ir combinándolo cual pieza de puzzle con otros pedacitos. O palabras. O conceptos. A ver qué sale de la unión inesperada.
En el post que mencioné anteriormente, el tema propuesto era acerca de la noche y la oscuridad. Cogí ese “pedacito” y fui juntándolo con otros pedacitos que rescataba de mi mente:
Noche y mente
Temía la noche porque despertaba a su insaciable subconsciente, tan sólo cegado por la luz del día.
Noche y cuerpo
La noche no desaparece con el día… Se esconde tras mis párpados.
Oscuridad y materia
Materia Oscura. En la etiqueta: Oscuridad envasada al vacío. Una vez abierto, guardar en lugar fresco y seco, apartado del sol.
Noche y tiempo
En la noche de los tiempos, todo eran sueños.
Noche y sonidos
De pequeña no temía la noche porque sonaba música. Luego supe que eran grillos.
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