Revista Diario

Pedazo de levantera

Publicado el 26 junio 2011 por Mamenod
 ¡Qué pedazo de levantera!
Siguiendo con los dichos veraniegos, el panorama meteorológico de mi tierra ha querido que en esta entrada tenga la excusa perfecta para “soltar”, con cadencia y entre exclamaciones, otra de las expresiones que junto con aquel “no tengo ganas de na”, conforman el vocabulario acalorado del día a día de estas fechas.Yo sé que hay otras zonas de nuestro país donde soplan vientos diversos, no pretendo competir con el Mistral, el Gregal o la helada Tramontana que han hecho de León, de Baleares y otras zonas lo que son, pero yo te juro por Snoopy que si no eres de Cádiz y no has sufrido nunca en tus carnes un levante, tú no sabes lo que es volar. Recuerdo aquella frase infantil que de niños nos hacía tanta gracia, esa de ¿qué es el viento?: Las orejas de “Fulanito” en movimiento. Pues dile a Fulanito que se venga hoy por aquí, que va a tener que ir a recoger las orejas como mínimo a Portugal.Porque, para los que no sois de aquí, es necesario poneros en situación y contaros que el Levante es un viento caliente que sopla con unas rachas capaces de tirar a una persona y que traslada de sitio contenedores de basura, señales de tráfico, balcones en mal estado, etc, etc, y que la alerta esa por vientos fuertes que a veces señalan los meteorólogos de la tele no es una recomendación absurda cuando tienes una casa antigua o tu coche no duerme en la tranquilidad de un garaje.Es justo que al hilo de esta definición, retome, por tanto, un comentario de la entrada anterior donde hablando del sur y del norte, de los tipismos y los tópicos, se hacía referencia a la “flojera” que a menudo se nos echa en cara a los andaluces. Es evidente que cuando el levante sopla, el trabajo no se paraliza. Los albañiles siguen haciendo equilibrios en los andamios, balanceándose bastantes metros por encima del suelo, los carteros manejan como pueden el carrito de Correos y los jardineros de los parques públicos van recogiendo ramas peligrosas, hojas rebeldes y trozos de árboles a los que la fuerza soplante del viento arranca de su vida natural, para darles la ilusión de unos pies que nunca tuvieron y unas alas con las que cumplir un sueño extraño. Y es difícil, lo aseguro, continuar con la normalidad de la vida cuando cuesta doblar las esquinas.Hay además una característica del Levante que tiene mucho, con perdón, de puñetera, y es que es un viento que afecta físicamente a las personas porque arrastra con él tantísimo polvo y calor, que tiene arrestos suficientes para dejar medio “cao” a todo aquel que tenga una alergia, la tensión baja, una diabetes fastidiosa o un ánimo tendente a la depresión.Es, eso sí una maldita bendición, permítanme ustedes la expresión contradictoria. Porque es verdad que es él el que nos limpia el aire dejando cuando se va un cielo azul y un olor a mar que enseguida te pone bueno. Y no se puede negar que es este viento machacón el que ha protegido a Cádiz por siempre de esas catástrofes urbanísticas que han llenado de hormigón otras costas. Supongo que a él le debemos la belleza del paisaje y el poco éxito del turismo. A él le adeudamos el azul del cielo y esta laxitud que te deja extenuada y que hoy me ha estropeado los planes de playa. Bendita dualidad…
PEDAZO DE LEVANTERA

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