Revista Diario

Penitencia

Publicado el 03 abril 2012 por Mamenod

PENITENCIAAyer arrancó la Semana Santa de mi tierra. Creo que este año la decepción va a llenar Andalucía de lágrimasporque el agua ha empezado hoy a mojar la fiesta y varias Cofradías han tenidoque quedarse al resguardo del Templo, sin salir a la calle a lucir colores yexpandir olores a incienso y cera caliente.Me temo que mañana la jornada se me presenta tensa. Mi hijosale este año por primera vez y lleva un mes contando los días, probándose porla casa el capirote y haciendo planes con mi sobrina y otro amiguito sobre quévan a hacer si los niños les piden cera o se encuentran con algún conocido.La verdad es que es una lástima que los chiquillos (y losmayores que disfrutan con ello) se queden sin ilusión por culpa de una lluviavengativa que lleva sin aparecer un año y que viene justo a colarse en SemanaSanta, ahogando con el insolente repiqueteo de su tormenta, el trabajo delmundo cofrade, las esperanzas del pequeño comercio y las vacaciones de los quese las merecen.Y mira que el hecho de que salga el niño, eso es unapenitencia para los padres, no vayan ustedes a creerse. Que la cosa tiene su miga.Primero, hay que ser hermanos de una Cofradía, lógicamente,con su cuota mensual correspondiente. Después toca ir por la túnica: una tardeentera dedicada a esperar la cola y a probarle al niño. Luego hay que mandar ahacer el interior del capirote, comprar zapatillas negras, calcetines blancos,guantes de algodón…vamos unas cuantas vueltas por las tiendas del centro.Pero la cosa se pone verdaderamente complicada el día demarras. Hay que vernos a las madres de los artistas, con las zapatillas dedeportes, el bolso lleno de bocadillos por si le entra hambre, agua por sitiene sed, una sudadera de más por si acaso refresca…y ¡ala! a darle vueltas alpueblo y a andar detrás del niño, porque aunque lo dejes solo un rato, hay queestar pendiente de ellos por si necesitan salir al baño, si quieren abandonarel recorrido o acaban mareándose de tanto humerío de vela absorbido.Yo a estas alturas ya me considero una experta en esto de lapenitencia adquirida por rama filial. Mi hija, que siempre ha sido mariquita laprimera en probarlo todo, fue hebrea varias veces y hermana penitente de la Cofradía más larga quetenemos en San Fernando. No una, ni dos ni tres…diez horas estuvo la niñaandando y la madre detrás cargando con el avituallamiento. Pero bueno, estoy acostumbrada. En casa han sido penitentesmi hermano, mis cuñados…todos, hay que decirlo, más por el puntito ese de jactancia que te da ir con la vela y la cara tapada que por el sentimiento religioso querealmente debería de tener esta fiesta. Por eso, todos han protagonizado historiaspara contar en una tarde de risas y han vivido momentos inolvidables que porculpa del agua, mi hijo se perderá mañana.PENITENCIANo puedo resistirme a contaros la anécdota de mi hermanoporque el tío tiene “to el arte”: Sería más o menos como mi hijo ahora laprimera vez que salió (10 u 11 años). Como siempre ha sido muy peliculero, sele antojó ir con una Cofradía que tiene la Iglesia muy lejos de donde vivíamos, pero que a élle parecía más glamourosa porque todos los hermanos, incluso los pequeños,llevaban capa. Y allí iba él, desde las tres de la tarde en la calle para quesus amigos lo vieran, vestido todo de blanco inmaculado (túnica y capirote) ycon una capa roja que el movía para darse importancia. Mi padre no había llegado de trabajar y mi madre que noconduce, se lleva al niño a la Iglesia en el autobús. Se va a subir al vehículo, nerviosocomo iba con la ilusión de la penitencia, con la mala suerte de que al subir elescalón, nada acostumbrado a llevar faldas, se pisa el dobladillo y se caedentro del autobús a todo lo largo.El chiquillo, agobiado porque se le había movido la tela yno encontraba los agujeros de ver, cortadísimo del batacazo y escuchando a mimadre con aquello del ¡ay mi niño!, se levanta de ese suelo de goma negro dondehabía aterrizado plantando los guantes blancos y se ajusta bien el capirote comola nieve, dejándose las huellas de dos manos negras como el carbón justo a laaltura de la frente.No sé si os haréis una idea del efecto que causaba. Esas dosmanos negras que no había ya forma de borrar de la tela blanca, a pesar de quemi madre y mi tía lo intentaron hasta con goma de borrar y  miga de pan (no había tiempo ya dedetergente); esos dedos negros dibujados en la frente que se veían venir entretanto blanco nuclear frotado a conciencia por esas super madres cofrades…undesastre. Yo recuerdo que salí más tarde sin saber nada de lo que habíasucedido y durante la procesión me acerqué a mi madre para preguntarle: -Mamá ¿por donde viene el niño? ¿por esta acera o por laotra?Y mi madre solamente me decía: -No te preocupes que lo vas a conocer enseguida, vamos quesi lo vas a conocer… que no se te va a olvidar nunca.Ja,ja.ja
PENITENCIA

Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Mamenod 622 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Revistas