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Periódicos

Publicado el 12 octubre 2011 por Rizosa
Ayer recibí un sms que me hizo reflexionar.
Cuando tienes un negocio, una de las cosas que aprendes es que todo aquello que regales porque sí a tus clientes fuera del servicio ofrecido es un arma de doble filo. Pongamos por ejemplo que tienes una librería, y que como las cosas te van bien y puedes permitirte algunos caprichos, decides comprar periódicos diarios para regalar a los clientes que se pasen por la tienda.De este modo cada vez que alguien visita tu librería, compre o no compre ningún libro, se lleva siempre bajo el brazo el periódico del día. Los habituales (que son listos y ya se conocen el asunto) a veces incluso se pasan por allí tan sólo para eso, a por su periódico. Te saludan sonrientes y te comentan que qué bien, que les encanta tu librería, que el servicio es buenísimo y que ya mismo volverán  por allí a por el nuevo de Matilde Asensi.
Pero pasan los meses y un día te das cuenta que las cosas no van tan bien. Revisando el libro de cuentas, comprendes que los números empiezan a no cuadrarte, que tienes demasiadas deudas pendientes con tus proveedores y editoriales y que tienes que empezar a apretarte el cinturón.Y, obviamente, de lo primero que prescindes es de lo menos necesario. Los periódicos.
Quitas las estanterías móviles dónde los depositabas de la entrada de la librería, llamas a los proveedores para decirles que quieres cancelar el servicio y respiras tranquilo porque con ese simple gesto irás más desahogado.
Pero no contabas con algo. Esos clientes habituales vuelven a la mañana siguiente y empiezan a deambular por la tienda. Buscando. A los diez minutos se te acercan y te preguntan, algo nerviosos, que dónde están los periódicos. Tú, perplejo, les comentas que has dejado de tenerlos, que tendrán que ir al kiosko a comprarlos... y ellos rebufan, se enfurruñan, te responden con un "pues muy mal, eso era lo que me gustaba de esta librería... a partir de ahora me iré al Corte Inglés" sin darle importancia a la calidad del servicio de la librería, que en teoría es lo que debería importar.
Como os decía, con el sms de ayer me di cuenta de que con las personas sucede lo mismo. Cuando las acostumbras a un determinado comportamiento positivo e innecesario por tu parte, protestan el día en que no puedes ofrecérselo. Como si al final ese detalle fuese lo único que importa.
Y ya está bien.

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