Un mes se ha hecho esperar, pero parece que ya está aquí.
Los dos grados de esta pasada madrugada así lo atestiguan.
Al fin parece que mi estación favorita del año ha venido para quedarse.
Tras un otoño absolutamente seco y cálido, que más parecía un incipiente verano, el gélido invierno se asoma a través de mis cristales.
La espesa niebla, los grises, el viento frío y la humedad reinante lo pueblan todo. Sólo falta la ansiada e imprescindible lluvia para que todo sea perfecto. Sin embargo, los lectores de cabañuelas de mi zona aseguran que para ver llover de verdad, tal y como los aljibes y campos requieren, habremos de esperar todavía hasta mediados de marzo.
Eso sí, antes arribarán las nieves hasta mi adorado Padre Teide. Se anuncian para el próximo martes, lo que hará caer aún más el mercurio.
¡Bienvenidos, edredones, leños ardientes, calefactores, calcetines y caldos calientes!
¡Bienvenido, invierno! ¡Quédate a mi lado una buena temporadita!