Lunes 26 de septiembre del 2011
9:45 am
Lara no es la única en la oficina del director McLuhan, está también todo el grupo de servicio del viernes por la noche, como cada estudiante que acudió al mismo. Después de lo que sucedió, el director McLuhan ha asegurado que encontrará al responsable, y éste o ésta sería expulsado. Según los médicos el ponche de Susan contenía secobarbital, razón por la cual estaba inconsciente. Básicamente estaba drogada.
Poco a poco el director fue reduciendo la lista gracias a los médicos, irónicamente, ya que solo alguien con receta podría haber conseguido la droga. Lara solo estaba enlistada porque a su madre se le recetaba dicho medicamento. Lo exasperante era esperar su turno solo para explicar que ella no era culpable.
Desde luego Lara tenía su historia preparada.
— ¿Por qué tardan tanto? —pregunta exasperada.
— ¿No lo sabes? —inquiere Maddi con la cabeza apoyada sobre la pared— los padres de Susan solicitaron se investigara el caso. McLuhan cuenta como testigo y apoyo en los interrogatorios a los estudiantes como medida de autoridad pero no puede interferir demasiado con la investigación.
— ¿Policía? —Lara ve de reojo la oficina del director— ¿Quién es?
—La detective Richardson —responde ella—. Escuche que es buena en lo que hace.
Lara no tenía idea de quien era o como lucia. Supuso que lo averiguaria al entrar.
—Seguro que sí.
En ese instante un estudiante que Lara no conoce sale por la puerta muy pálido y con piernas de gelatina. Edd Filch es llamado a continuación por la secretaria. Lara asegura que él le entrega un guiño y media sonrisa antes de desaparecer por la puerta dejándola extrañada
— ¿Y tú porque estás aquí? —pregunta a Maddi ignorando los últimos segundos.
—No lo sé —se encoge de hombros—. Tal vez porque en la TV la mejor amiga siempre es sospechosa. A diferencia de ti, por supuesto.
— ¿Disculpa?
—Bueno, tú y Susan nunca han congeniado.
— ¿Y quién la mandó a meterse conmigo? —alega Lara.
—Ay… pues... yo que se —bufa Maddi con cara de aflicción—. Todo lo que sé es que eres la sospechosa perfecta.
— ¿Y me crees capaz de envenenar a tu amiga? —Pregunta indignada— ¡Nunca me rebajaría a su nivel!
— ¡Lo hiciste en la pelea! —justifica ella abriendo sus enormes ojos acusadoramente hacia ella.
— ¡Henderson y Weaven! —Llama el director con el rostro pintado de un rojo vivo de pronto, tomándolas por sorpresa— ¡Más vale que se tranquilicen o las suspenderé a ambas! —amenaza.
A su lado se encuentra una mujer, pocos centímetros más alta que él, con la mirada fija sobre ellas y una expresión seria.
—Ya puede entrar el siguiente —indica, regresando al interior de la oficina.
McLuhan alisa su corbata y aplasta su cabello, casi extinto, con sus manos gruesas y robustas.
—Ya escucho Filch, puede retirarse —dice, conduciendo a Edd fuera de la oficina, quien con una expresión serena, se encamina a la puerta de salida con ambas manos entre los bolsillos silbando—. ¿Quién es el próximo Srta. Rogers?
La secretaria, un poco distraída, rápidamente ojea entre sus papeles y le dicta—: Larisha Henderson, señor.
—Bueno Henderson, ya escucho, ¿no?
—Ya voy —dijo Lara, poniéndose de pie.
Pero que odioso es este hombre.
A solo un paso de la oficina, se detiene a resoplar. ¿Por qué tiene su vida que ser tan complicada? Como si no fuera suficiente con el Sr. Gold, quien insiste desde la semana pasada, en hablar con ella sobre el concurso y el incidente, ahora también es sospechosa.
—Siéntese por favor —pide McLuhan, un poco más calmado ya, y cierra la puerta tras haber entrado—. Srta. Henderson, seguro habrá oído hablar de la detective Donna Richardson.
—No, en realidad no —confiesa.
—Descuide Director McLuhan, me encargare yo —la detective toma un expediente con el nombre de Lara en el—. Seguramente sabrás porqué estás aquí.
—Sí. Y puedo decirle que yo no tengo nada que ver con el veneno en el ponche de Susan.
—Bueno Larisha, tu informe escolar me indica que tú y Susan no son las mejores amigas precisamente. ¿Qué me dices de la pelea?
Ya sé a dónde va todo esto.
Lara suspira con indiferencia y dice:
—Puede juzgarme por defenderme si quiere, pero yo sé sobre mi sano juicio, que no lo hice y si eso no es suficiente... Lo lamento por usted entonces. Si me disculpa —Lara se pone de pie—, tengo otro asunto que aclarar además de este. Un placer detective Richardson.
—Srta. Henderson —interviene McLuhan en voz alta. No obstante Lara decide ignorarlo sabiendo que eso podría costarle más adelante.
Se mordisquea el labio inferior mientras camina directo al salón de artes con cierta amargura y un paso lento. No es que desee enfrentarse al Sr. Gold, sin embargo tarde o temprano tendrá que hacerlo. Aunque eso no significa que Dean le agrade.
—Me atrevería gustosamente a darle un golpe —musita para sí.
—Larisha Henderson —llama la singular voz del Sr. Gold muy enfadado.
—Sr. Gold. Justo iba con usted —Lara dice.
—Adelante entonces —le invita el seriamente apuntando con su índice el salón de clases.
Dentro yace el habitual desorden, que no sorprende para nada a Lara.
—Siéntate por favor —el Sr. Gold remueve una fila de trabajos de su silla y los acomoda en el banquillo a su lado. Luego, de la gaveta de su escritorio, saca un papel arrugado, que a Lara le resulta familiar—. Bueno, explícame —pide amable pese a su reciente enfado, extendiendo lo que era su mejor trabajo hasta ahora.
Ésta suspira y deshace la bola de papel, permitiéndose apreciar lo que tanto le había costado. Tal vez Dean tenía razón, y ella no tenía derecho a exponerlo, pero nada nunca lo hizo con malas intenciones. Un artista ve lo que otros no. Y ella vio esos tres aspectos de Dean.
Ira, depresión y alegría. Perfectamente representados en su rostro bocetado.
No puede evitar sentirse mal por Dean y lo que sea que su vida esconda. Sin embargo, la furia lo es más y con cierta duda le confiesa al Sr. Gold quien fue el responsable.
—Tiene sentido entonces —dice el Sr. Gold torciendo la comisura de su boca—. No te preocupes Larisha, yo me encargare de esto ¿de acuerdo? ¿Podrías por favor llamar a Dean?
Lara abre los ojos como un gato.
¿Es una broma verdad?
***
— ¿Me buscaba Sr. Gold?
—Desde luego Dean, pasa y toma asiento por favor.
El Sr. Gold se levanta y cierra la puerta con llave. Sobre su escritorio solamente se encuentra el boceto de Lara arrugado, Dean frunce el entrecejo preguntándose de qué se trata realmente. Aunque lo más seguro, es que se trate de un sermón ¿Qué clase de castigo se puede dar a alguien por arrugar un boceto?
El Sr. Gold no es conocido por su estricto comportamiento hacia los alumnos precisamente. Entonces ¿de qué se trataría?
— ¿Cuanto tardara? Tengo un entreno al cual asistir —preguntó Dean, tomando asiento.
—Eso depende de ti Dean, ¿vas a colaborar? Porque yo quisiera saber el: porqué, de tus actos. No es muy convencional, primero: que revises mis cosas, y segundo: que estropees lo que no te pertenece.
<<Lo creas o no, a Larisha le costó mucho trabajo hacerlo, y tal vez podría haber ganado el viaje a Nueva York, sin embargo tu no solo destruiste el mejor boceto que ha hecho hasta ahora, sino también sus esperanzas de conseguir algo, al menos, por este medio —dijo severamente señalando el papel sobre la mesa—. Pero sospecho Dean, que más que tu enojo por ser tú a quién dibujó, lo que te molesto fue realmente como te interpreto. ¿Me equivoco?>>
— ¡Ya basta! —Dean golpeó su puño contra el escritorio—, usted no tiene derecho, ni ella tampoco. Solo dígame de una buena vez, cual es mi castigo.
—Si así lo quieres —el Sr. Gold le entregó el boceto a Dean—. Primeramente pídele una disculpa, y cuando lo hayas hecho deberás limpiar el almacén toda la semana.
Después del entreno, y haber realizado la limpieza del almacén, a Dean solo le quedaba una cosa por hacer. Así que se duchó y vistió, y condujo directamente a la tienda de antigüedades de Ginger Henderson. Disculparse sonaba sencillo, pero no lo era. Dean tuvo que armarse de valor y dejar su orgullo en el auto, para caminar hasta la entrada.
No estaba estaba completamente seguro de que fuese el momento indicado para pedir perdón. Dean estaba apunto de dar media vuelta, cuando uno de los empleados, Phil le preguntó:
— ¿Necesita algo Sr. Songle? —Dean carraspeo por unos segundos.
—Buscaba a Lara de hecho. ¿Ella está?
CONTINUARA