Prefacio — El Verdugo con Piel de Seda

La diosa de la noche bajo las escaleras con aire de superioridad, atravesó la estancia de un modo casi imperceptible, aquella diosa observo la amplia sala de su majestuoso castillo con aire aburrido.
Últimamente nada la entretenía.
En la alfombra del suelo de madera de caoba yacía el cuerpo del ser más hermoso de la tierra, Adonis estaba muerto, la sangre envenenada burbujeaba desde sus entrañas hasta salir de su cuerpo por las heridas que lo llevaron a la simple y vacía muerte. Su cuerpo yacía de una forma grotesca en la alfombra y sus ropajes tan finos como las hebras de oro estaban empapados de aquel líquido viscoso.
—Tan rápida fue tu muerte querido mío, pero tu renacimiento será eterno.
La diosa acaricio dulcemente la mejilla de Adonis, su guante de seda blanco se tiño de la sangre del cuerpo, Nyx observo fascinada como el blanco de la seda se empapo tan rápido del líquido rojo de la sangre de su nuevo juguete. La diosa de la noche vestía su traje habitual, su larga cabellera plateada la llevaba casi a rastras junto con la cola de su vestido de satín plateado, la seda y chiffon se unían paralelamente haciéndola la diosa más hermosa de todas.
La diosa comenzó a murmurar retazos de una vieja profecía, sus manos viajaron por todo el rostro de Adonis, tocando sus pómulos, saboreando a distancia los labios jugosos, memorizando en detalle las largas pestañas.
—Sin cuerpo-susurro en su idioma nativo, el que solo ella podía hablar a la perfección -sin sangre.
La oscuridad invadió toda la estancia, la niebla se apegó más a su cuerpo y las estrellas brillaron con fiereza en el mundo, el cuerpo se dreno de sangre, las heridas fueron curadas, y el cuerpo cobro la vida que había perdido.
—Sin alma.
La oscuridad volvió a tomar lugar con más firmeza y cuando Adonis abrió los ojos todo se había convertido en cenizas.