Ayer el 2011 nos dio nuestro primer sustito. Le descubrimos a Chispita -una de nuestras conejas- un bulto del tamaño de una nuez en la parte derecha de su mandíbula inferior. Cabía la posibilidad de que se tratase de un simple flemón, pero el hecho de que no hubiese dejado de comer me hacía temer que se tratase de una tumoración.
Así que ayer, a eso de las 10 de la mañana, tomamos rumbo hacia nuestra clínica veterinaria.
En cuanto Javi (el veterinario de guardia) la palpó tuvo claro que no se trataba de nada vinculado a la mandíbula. Además, los dientes están en perfecto estado. Fue a por la "moto", le rapó el pelo que cubría el bulto y lo pinchó con una jeringa. La finísima aguja se introdujo en su piel y al instante comenzó a salir pus de una forma tremebunda.
Pobrecita mía. ¡Cómo tenía que dolerle! Y, sin embargo, casi ni se quejaba, soportando todo aquello como una titana.
Javi le produjo un pequeño corte más profundo con la ayuda de un escalpelo y creo que Chispita perdió al menos 300 gramos: la masa purulenta era enorme. Javi apretaba y apretaba y aquello no paraba de manar. Afortunadamente, sólo se trataba de un enorme forúnculo de pus sin mayor importancia. Ahora, tratamiento con antibióticos durante unos días y el viernes a revisión.
El primer susto del año terminó convertido en la mejor noticia. Ojalá todos los que nos resten por delante también acaben de modo similar.
Feliz 3 de enero para ti.
¿Verdad que es muy guapetona nuestra Chispa?