No puedes enamorarte de una figura ideal.
Y sin saber cómo, me vi subida a un tren sin rumbo alguno, sin nadie que me esperara al final del trayecto. Sin esperanzas, sin sueños, sin ilusión. Perdí la sonrisa que tanto me caracteriza, y bañe mis ojos en lágrimas. Me llené de desconfianza y decepción. He dejado de creer en las personas.
Creo firmemente que yo no merecía esto. No me considero mala persona, y no comprendo porque siempre acabo de esta manera. Tal vez sea porque soy demasiado buena, y confío demasiado en que las cosas me van a salir bien.
Ha llegado la hora de cambiar, se acabó confiar en la gente, se acabó el querer sin que luchen por mí, se acabó el volver a darlo todo por alguien.
Van a pagar justos por pecadores, y lo siento, pero ahora mismo solo me importo yo. Aunque suene egoísta, es la única manera de que no me hagan más daño. Nunca he creído en la frase “todos los hombres son iguales“, y sigo sin creer en ella, pero ya no voy a volver a dar por hecho que yo he encontrado a alguien diferente. Ahora van a tener que ganarse el que les quite esa etiqueta.
Me perdí en la inmensidad del océano, y ahogué mis sentimientos en el.
A quien no le guste, a quien no esté dispuesto a hacerme cambiar de opinión, que ni me hable. Llamarme borde, difícil, antipática… Como os dé la gana, pero yo me niego a volver a darlo todo por alguien para que luego en unos meses me deje.
Ya no mas lagrimas de madrugada, ya no mas promesas incumplidas, ya no mas ilusiones vacías, ya no mas sueños rotos.
Confié, creí, amé… Le conté mis más profundos secretos, esos que solo guardas para ti. Y me rompió el corazón en mil pedazos.
Nunca más volveré a creer en un “para siempre“.
He vuelto a sacar mi coraza del armario, y creo que esta vez, no me la pienso volver a quitar.
Le pese a quien le pese…
Reblog:
Besada, mentida, herida
Estoy cansada de hombres piraña,
de mujeres baldosa.
De mentiras y de quién las llama piadosas.
Harta de los “pero” y del que no da la cara.
Triste por la cantidad de lágrimas derramadas por gente que no daba la talla.
Indignada por el -te quiero- a la primera semana.
Olvidada por quién creí que de verdad me amaba. O eso pensaba.
Perdida en esta sociedad corrompida,
en esta ciudad sin salida,
sin prisa ni risa.
Vendida en el mercado negro del recuerdo,
atrapada por mis propios sueños.
Querida por quien menos pensaba,
por el que más me necesitaba.
Entendida por mis propias palabras,
mientras en tu pecho la lluvia desafinaba.
Besada, mentida, herida.
Un día niña, otro mujer coraza.