Revista Diario

Qué hacer cuando no controlas lo que te sucede

Publicado el 02 abril 2013 por Alxndro @al_x_ndro

Hay situaciones en la vida sobre las que simplemente no tenemos influencia o, al menos, no suficiente como para cambiarlas hacia lo que percibimos como nuestro beneficio. De hecho, nuestra vida cotidiana está repleta de estas situaciones.

No controlamos, entre otras tantas incontables cosas, …

  • cómo son los otros (padres, hijos, familiares, amigos, amantes, conocidos, compañeros)
  • sus creencias y preferencias
  • la política
  • la economía
  • el clima
  • el tráfico
  • nuestra salud si enfermamos
  • (inserta algo que te ocasiona estrés no controlar)

De hecho, si hacemos extensiva esta lista, quedará claro son más las cosas que no controlamos que aquellas que sí. Y, a pesar de ello, nos estresamos y frustramos ante esta impotencia y capricho por hacer que las cosas sucedan a nuestra manera y que la gente sea como esperamos.

Este deseo por controlar nos hace perder contacto con la realidad y nuestro verdadero poder. ¿Qué puedes hacer sobre todas estas cosas que no controlas?

Podrás no decidir lo que te sucede, pero decides cómo reaccionas hacia lo que te sucede.

Ése es tu verdadero poder: el poder de decidir sobre tu propia experiencia. Puedes decidir los pensamientos que tienes hacia las cosas, y puedes decidir observar estos pensamientos para ajustarlos y acercarte a lo que en verdad quieres vivir. Tú decides las acciones que tomas y tu motivación para hacerlas.

Ésta es tu gran libertad, el tomar cada momento de tu vida y elegir sobre cada momento de ella. Tú decides cómo te mueves por tu vida, tú decides cómo la ves. Presta atención y verás que no existe otra cosa en la vida que elección. Desde las cosas mínimas hasta las más importantes…

  • cómo miras a un desconocido
  • cómo decides mirarte a ti mismo
  • cuáles son las palabras que cruzas con la gente que ves día a día
  • qué decides crear con tu vida

La perspectiva y actitud que tomas hacia el mundo es tu libertad última. Aquí está todo tu poder, ésta es la autoridad que tienes sobre tu vida.

Pero… ¿y este deseo por controlar?

Todos lo tenemos, todos lo sentimos a cada momento. Pero, siendo francos, todo deseo por controlar a otros y a las circunstancias que exceden nuestros poderes, entra más bien en la categoría de ‘ilusión‘. No puedes controlar a los otros, tú no decides sobre su mundo, sobre las perspectivas que voluntaria o involuntariamente toman. Su libertad no te corresponde.

Claro, puedes influirlos, aportarles algo de tu forma de ver la vida. Pero algo más que esto fácilmente se torna en manipulación, en el uso de nuestra fuerza para doblar a los otros para complacer desconsiderados deseos egoístas. Cuando esto sucede uno deja de compartir la experiencia mutua y pasa a imponerse, para luego vanagloriarse por su ‘poder’, un poder que puede ser reclamado en cualquier momento por el otro.

Deja de enfocarte en lo que sucede afuera, recupérate de todo obstáculo volviendo a tu área de influencia. No malgastes tu libertad en el ilusorio deseo por controlar, es un espejismo de la mente y de tu ego. Busca ver las cosas como son, usa tus sentidos.

Lo único que puedes hacer ante un obstáculo es volver a ti mismo.

Las cosas que te molestan no son lo que te molesta. Lo que en verdad te molesta es la idea que tienes de las cosas, esas construcciones que has levantado en tu mente. Te molesta lo que imaginas, lo que supones, lo que caprichosamente insistes en creer a pesar del mundo exterior.

Lo que te molesta son los productos ilusorios de tu mente, si no alcanzas a asir la realidad con ellos es porque no corresponden con lo que está sucediendo. Si lo hicieran, estarías en camino a resolver la situación en que te encuentras.

Podrás no decidir lo que te sucede, pero tú decides cómo reaccionas y actúas ante lo que te sucede.


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