¿Quién eres?

Si te hago esa pregunta, ¿qué me dirías? Piénsalo un momento.

Probablemente escogerías lo más significativo de entre todo lo que te ha sucedido y sucede en tu vida: aquellas cosas que más te han marcado, aquello que has hecho por más tiempo, aquello que más te gusta, aquello por lo que todos te conocen. Pero lo que nombres para identificar tu persona es una evaluación de lo que es significativo y esencial en ti, es una decisión, y no marca realmente los límites de lo que eres.

Reconocerás que tienes muchas, incluso demasiadas, opciones para definirte. Eres muchas cosas y, usualmente, sólo cuando las haces, durante el tiempo que las haces, si las haces. Te han pasado tantas cosas que parece absurdo escoger sólo algunos eventos y sus resultados para definirte, es como cortar pedazos de una imagen y mostrarlos en vez de la imagen entera, así mostrando algo incompleto, distorsionado, quizás incluso deforme.

Además, defines la experiencia de tu persona con palabras, pero tu experiencia es tan extensa y en relación con tantos factores fuera de tu conocimiento y control (desde lo que sucede automáticamente en tu cuerpo hasta grandes eventos naturales, conflictos sociales de diferentes escalas) que es evidente la ineficacia de las palabras para decir lo que eres. Así es la naturaleza de las palabras, separan, disecan. Son un esfuerzo por comunicar el mundo, sin ser el mundo en sí.

Por otro lado, dos factores que suelen escapar a las descripciones de quién eres son el medio y el contexto en el que eres. De hecho, ambos forman parte integral de tu ser, definen en gran medida muchas características de tu experiencia. Tan es así que es imposible encontrar un ser desprovisto de ellos, así como no existe un pez sin el agua en que moverse, alimentarse y crecer. Así, las condiciones del agua y aquello de lo que se alimente influirán en la forma en que el pez se desarrollará a lo largo de su vida. Tu medio y tu contexto son parte de ti.

Entonces, ¿quién eres?
¿Una idea, un nombre, un número, una clave, un oficio, una profesión, una referencia histórica, tu relación con otros, lo que se dice de ti, lo que le dices a los demás, lo que piensas, lo que haces, lo que quieres, lo que te falta?

Lo que eres es, esencialmente, inefable, no comunicable. Es experiencia misma y a esta experiencia es que se refieren todas las palabras que usas para definirte. Y esas palabras nunca son la experiencia misma, son sólo una abstracciones sobre lo que te sucede y lo que eres. Ten cuidado de no confundirte con ellas: tu idea de ti mismo, de quién eres, tu ego. Lo que eres sólo puede vivirse, no definirse.

Estás lleno de posibilidades, y definirte es un límite. Una frontera que (como las territoriales) es ficticia, lo real son los acuerdos y comportamientos que tomas alrededor de ella. ¿Por qué no darte otros límites más conscientes? O, mejor, no tenerlos definidos en tu mente. Las limitaciones falsas y artificiales lastiman. Tú no eres tu idea de ti mismo, creer que sí lo eres, es una elección. Tú eres pura amplitud y posibilidad dentro de un mundo que mayormente desconoces, conócelo y conócete a ti mismo.

Tú eres tu experiencia del mundo.
¿Cómo quieres que sea esa experiencia?
¿Quién quieres ser?