Iván de la Nuez
En un mundo en el que la Democracia ha sido secuestrada por el Mercado, el “NO” griego del domingo pasado puso las cosas al revés: colocó a la democracia por encima de la banca, y al “demos” por encima de la “cracia”.
He aquí una primera lectura global, geopolítica si se quiere, de lo sucedido en una Grecia presa de errores propios y avaricias ajenas. Pero no es la única enseñanza del enfrentamiento griego a la troika.
Hay otra lección, igual de importante, para la izquierda. En ese mismo mundo -sin sistema comunista a la vista y con la socialdemocracia perdiéndose de ídem-, la democracia aparece como el principal antídoto contra el poder absoluto del mercado, la banca y, en fin… del capitalismo. (O como se le quiera llamar a esta oligarquía especulativa con la que lidiamos). Un anticuerpo que prefiere las urnas a las armas, los votos a los vetos.
Entre el modelo chino y el referéndum griego, la izquierda tiene dos notables espejos en los que mirarse. El primero sigue presentándose como un estado Comunista, pero no es democrático ni anticapitalista. El segundo pretende un tipo de socialismo para el cual la democracia se ha convertido en el arte de lo posible, y la única vía, para tirar adelante su proyecto.
El “No” griego refrenda una contención a esa troika cuyo mismo nombre hace restallar a Stalin en el subconsciente, por más que actúe en nombre de los intereses capitalistas de estos tiempos.
De eso trata hoy, también, la democracia: de votar para impedir, o al menos paliar, el Estalinismo Financiero en el que estamos atrapados.
(*) En la imagen, un diseño de Monica Bussolatti.
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