Revista Diario

Raquel

Publicado el 05 marzo 2021 por Laika
RAQUEL

Me llegaba hace unos días la noticia del fallecimiento de mi querida amiga, Raquel y mi corazón está roto de dolor.

La última vez que me comuniqué con ella, fue para felicitarle por su cumpleaños hace unas semanas.

Ambas cumplíamos en el mismo mes y nunca faltábamos a la cita.

Conocí a Raquel, al poco de llegar a Guardo, cuando regresé de Sevilla. Desde el primer instante, me cautivó su carácter alegre, vital, acogedor. 

Tenía una luz propia, capaz de irradiar con ella, a todo aquel que tuviera la dicha de conocerla. 

Sus ojos vivos, tenían la complicidad de llevarte a descubrir la belleza de su alma. 

Era una mujer de corazón generoso y bueno. De esas personas que desprenden autenticidad por todos los poros de su piel. 

Esposa, madre y abuela amorosa, amiga fiel. 

Pendiente de los más vulnerables, los necesitados, siempre dispuesta a hacer un favor. 

Esa sensibilidad suya para con las personas, se manifestaba de igual manera en su amor por los animales. 

A través de ella conocí a Tomás, su marido y a sus hijos y nietos. 

Su hijo pequeño, Tomy, tenia un pequeño perrito llamado, Keny. Yo tenía una perrita llamada, Laika. Ambos se conocieron y se enamoraron y tuvieron unos cachorros preciosos.

Tomy y sus amigos iban a casa a verlos, e incluso uno de ellos adoptó a uno. 

Recuerdo a mi madre, ya enferma, disfrutar con aquellos chavales que invadían nuestra casa.

Así se fue forjando una bonita amistad con Raquel y su familia. 

Recuerdo muy bien, cuando Keny murió en sus brazos por un absurdo accidente.

Además ha tenido dos perritas más.

Alguna vez me cuidó a la mía en mis viajes a Sevilla. 

Cuando me vine a vivir a Navarra, le invité a pasar unos días en mi casa. Acababa de morir, Tomás y los estaba pasando mal. 

Después, vino la pandemia y truncó nuestros planes.

Mi último WhatsApp fue para cantarle y desearle feliz cumpleaños. 

Recuerdo muy bien esas largas conversaciones en su casa mientras cosía. Era una gran modista.

Nos encantaba hablar de nuestras cosas y pasear a orillas del Carrión. 

Ahora mismo, mientras escribo, estas letras, las lágrimas me impiden ver. 

Se ha ido una maravillosa amiga que iluminaba el mundo con su sonrisa. 

Hasta siempre, querida Raquel.


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