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Lo malo del final del año, no es que se acabe, la cuestión estriba en que la prensa en todas sus variantes decide por unanimidad repetir una sucesión de crónicas ya conocidas y caducadas a modo de recordatorio por si quedaron dudas de que las malas noticias venden mucho y llenan horas y horas de radio.
La sucesión de imágenes ya vistas por nuestras retinas machan los telediarios, vuelven a mostrarnos primeros planos hirientes y estomagantes, proyectando una sociedad vil, violenta, salvaje y amante de la fuerza.
Capaz de resolver sus diferencias con agravios, insultos o en el más extremo de los casos con la sinrazón de las armas para disfrute de los fabricantes de dichos artefactos.
Siempre hay algunos que sostienen que las guerras tienen una función muy útil, pues aquello que se destruye ha de levantarse nuevamente. Por ello se vuelve a poner en marcha la maquinaria de la construcción y todo puede resurgir de sus cenizas.
Las malas noticias son como las guerras mueven oscuros intereses y no son precisamente agradables, pero no dejan de ser un negocio.
Las informaciones también lo son y cuando más sensacionalistas y demoledoras mas venden.
Por ello siempre buscan el impacto emocional, aunque eso suponga endurecer el corazón del receptor ante las malas nuevas.
De las desgracias siempre hay alguien que sale ganando, por eso lo desagradable vende tanto.
El ser humano es morboso y cruel por naturaleza y eso los periodistas de informativos lo saben.
Una adversidad siempre tiene un mejor enfoque y un titular más rentable, además a las sociedades modernas, no les molesta demasiado la visión de la sangre en el telediario.
Las portadas de los periódicos venden más cuanta más cruel y desgarradora es la fotografía mejor pagada esta.
Los resúmenes de año sirven para odiar al mundo un poco más y ver que por muchos años que discurran, el hombre no es capaz de resolver sus disputas sin agresividad y sin generar reveses.
El ser humano, es el único ser vivo que se mueve por odio, rencor, venganza y vileza, el bípedo implume es un amante del morbo y las penas ajenas salvo excepciones.