Revista Diario

Reconciliación

Publicado el 01 febrero 2012 por Anabel
Hay días en los que estoy de mal humor. Noto como un humo negro me consume y convierte en una mujer gris, hosca y desagradable. Empecé mal el día de ayer, que le vamos a hacer. Julia había perdido sus gafas por segundo día consecutivo y no las encontraba ni de broma, habíamos estado discutiendo sobre qué se tenían que poner, iban tarde al cole  y le pedí a su padre (el Santo) que las llevase, mientras el ogro de turno (yo) se quedaba de rodillas  pasando la escoba por debajo de los sofás y las camas para ver si aparecían las dichosas gafas. No lo cuento para justificarme... tal vez si lo haga, pero en realidad mi intención es hacer ver que estaba de muy, muy, muy mal humor. 

RECONCILIACIÓN

Mensajes por la paz

A media mañana, entre escrito y escrito,  tuve que salir del despacho para hacer unas gestiones. En las proximidades de un centro comercial  me encontré con una bandada de colegiales con latas y bandejas que contenían mensajes de paz. Los iban ofreciendo y regalando, muertos de la risa. Mucha gente les huía, pero yo tomé el primer mensaje,  lo leí y seguí caminando. Treinta pasos después de me encontré con otro grupo que hicieron lo mismo. Luego otro, y otro... así hasta que me junté con cinco mensajes. Según iba leyéndolos me brotaba la alegría que se había resistido a aparecer durante la mañana, como si la rata malhumorada que era unos minutos antes se batiese en retirada. Algunos están escritos a mano, otros con ordenador, los hay en español y en inglés (alguno con faltas de ortografía). Ver a los niños sonriendo, haciendo ruido, mezclándose con los adultos y diciendo "¿Quiere usted un mensaje por la paz?" me pareció tan inocente, tan ingenuo..., me hizo sentir bien. No sé, se me fue el mal humor por los poros, se desvaneció. Me reconcilié con el mundo un ratito. Ha sido una forma sencilla y simpática de sacar el Día de la Paz de los colegios y llevarlo a la calle. Ahora no sé si me siento feliz por los mensajes, o por el recuerdo que voy a tener de esos colegiales. En cualquier caso, muchas gracias, niños. Si ampliáis la imagen podréis leerlos, al menos, eso espero. Por cierto, los he guardado en el cajón de mi mesa de despacho, por si me vuelvo gris de nuevo. Si necesitáis algún mensaje positivo, no dudéis en utilizarlos las veces que haga falta.  

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