Reinventando

Desde que en enero de 2014 me convertí en un locutor suplente sin horizonte definido opte por ampliar conocimientos.
Retomando mi inquietud por el estudio del italiano al cual había abandonado con veinte años, ahora años después he vuelto a rencontrarme con él.
A mi abuelo le haría ilusión saber que el diccionario de italiano que me regalo está siendo usado de nuevo.
Le resultaría llamativo también saber que he metido la cabeza en el chino sin existo de momento.
Siempre he tenido inquietudes culturales, de hecho, he ido dando tumbos por diversos cursos de carácter universitario, verbigracia gestor de redes sociales y como escribir con claridad.
Amputándome a diversos seminarios para sentir menos la ausencia de la radio.
Si tuviera que explicarle a mi difunto abuelo las cosas a las que me dedico ahora no las entendería, ya que están relacionadas con las nuevas tecnologías.
El último seminario al que me apunte versaba sobre cómo invertir en bolsa de modo eficaz, curso que me ha dado algunos rendimientos económicos para alegría de mi maltrecho bolsillo.
Otro de los últimos seminarios en los que participe me ayudo a promocionar la plataforma donde promociono mis modestos escritos.
Ahora para conseguir comunicarme oralmente de un modo más eficaz sigo investigando algo que los expertos llaman comunicación positiva.
Todo sea para mejorar mi empatía con mis posibles interlocutores.
Si un locutor no sabe comunicar y llegar a los demás puede darse por muerto o retirado.
2014 Fue el año donde decidí pelarme los codos un poco más yendo a diploma por mes, la cuestión de fondo es calmar mis inquietudes con temas que pueden ser de mucha utilidad para dar a conocer lo que hago, en este caso escribir.
Mis ideas son claras ir documentándome en la mayor cantidad de temas posibles, ya que destacar en una profesión saturada es muy complejo.
El tener una voz difícil de clasificar no ayuda, aún así es mejor tener la cabeza ocupada, para soportar mejor la espera de respuestas a los demos enviados, sabiendo que el no tener una voz gruesa y grave cierra muchas puertas.
Mi abuelo no perdonaría que me quedara esperando eternamente, tampoco que cayera en el abatimiento más absoluto.
Siempre me decía cuando estés mal lee y ocupa tu cabeza.
Quizás por ello haya leído en este año en curso una veintena de textos de lo más diverso.
Si mi abuela viviera diría la frase de siempre “De tanto leer te vas a trastornar”.
Ni que decir tiene que jamás le hice caso y siempre volvía a la biblioteca por otro epitome a leer.
Los libros siempre me salvaron de los pensamientos negativos.