Revista Literatura

Relato: El Portal

Publicado el 21 agosto 2015 por Cabaltc

Después de tantas semanas de no publicar ningún relato… ¡por fin me decido a hacerlo de nuevo!

Desde que firmé el contrato de publicación en papel de todos los relatos que llevo escritos hasta ahora… he dedicado mi tiempo a cosas tan poco glamourosas como el título, la portada, el orden de aparición, su edición, su corrección…

Pero espero que este sea el fin de la inactividad creativa y pueda volver a mi ritual de una semana = un relato.

Espero no haber perdido demasiada práctica.

¡Sígueme! [twitter-follow screen_name=’CabalTC’ show_count=’yes’]

El Portal

¡Lo habíamos logrado! Después de años de investigación, miles de millones invertidos en infraestructura, en personal y en desarrollo de herramientas y aparatos necesarios que ni siquiera existían todavía… ¡Lo habíamos logrado! La humanidad había desafiado a Dios, a ese dios que nos impuso sus propias leyes metafísicas, y habíamos vencido.

No cabíamos en nosotros mismos de gozo y de alegría. De un sólo golpe habíamos descartado todos los modelos fundamentales de la física teórica moderna y habíamos demostrado que nuestro mundo, nuestro universo, se podía regir por leyes imposibles. Íbamos a ser las personas más famosas de la historia moderna… no, de la historia entera de la humanidad. Lo que no sabíamos era que no sería por las razones que nosotros mismos creímos.

Habíamos conseguido crear un agujero cuántico en el tejido del espacio-tiempo. Pero no un agujero de gusano que interconectarse dos puntos distantes de un mismo universo, sino un portal entre dos mundos de distintos universos. Algo similar a los universos postulados por Reissner-Nordström o Kerr-Newman, aunque sin la necesidad de crear un agujero negro con todos los efectos negativos que conlleva.
Esperábamos que nuestra teoría de existencia de universos paralelos separados por diferencias infinitesimales, nuestros cálculos de posicionamiento relativo entre ellos y los cálculos de apertura de la singularidad, fueran lo suficientemente acertados como para crear un portal entre un mundo similar al nuestro y nosotros.

Sin embargo la ambarina superficie que inicialmente llamamos portal resultó ser en realidad una fractura en nuestra realidad. Un desgarro en el tejido del universo para la cual no teníamos manera alguna de volverlo a coser. La energía que requirió crearlo dejó al planeta entero sin energía durante unos segundos, pero una vez lo abrimos… apagar su alimentación no sirvió de nada. Era totalmente autosuficiente. Si la división de un átomo provoca una reacción nuclear de proporciones energéticas increíbles… ¿Quién sabe la energía que puede generar la desintegración completa de un fragmento de realidad? Nunca podremos cerrarlo.

Cuán equivocados estábamos. Nuestro orgullo se convirtió en espanto y nuestra alegría en horror cuando confirmamos lo que, si hubiéramos sido más humildes, ya tendríamos que haber sabido. Que en realidad no tenemos ni idea de cómo funciona el universo y nunca habíamos esperado tener un éxito tan rotundo. Si hubiera sido así, quizás alguien hubiera pensado en cómo cerrar aquel horror.

Si, pudimos comprobar demasiado rápido que habíamos tenido éxito en interconectar dos mundos. Pero no con uno como el nuestro. Lo que habíamos abierto era un portal al infierno mismo.

No un infierno bíblico con demonios rojos, desnudos, con alas y rodeados de fuego. Sino un infierno que la imaginación de ningún artista, por excepcional, profético o drogado que estuviera hubiera conseguido visualizar jamás. Un infierno de frío metal, poblado por enormes seres bípedos de aspecto dracónido, cuyas armas y armaduras parecían estar pensadas par desgarrar, mutilar y absorber en vez de para matar.

¿Que cómo lo se? Porque después de muchas horas de comprobaciones, sondas y estudios, fui uno de los dos estúpidos que pusieron la mano en aquel desgarro. No fue como cupiera esperar. Mi mano no atravesó limpiamente el portal. Me absorbió con enorme y desgarradora celeridad, dejándome tendido en mi destino casi inconsciente por el terrible dolor. Supongo que nada puede estar en los dos lados a la vez.

¿Y cómo puedo estar vivo? Porque las criaturas del otro lado, agolpadas en interminables filas de caótico orden marcial, se entretuvieron lo suficiente en desmembrar y aplastar a aquel pobre desgraciado. Pude estirar mi mano lo suficiente hacia el portal como para que me arrastrase vorazmente hasta nuestro mundo. Gritando, con el cuerpo destrozado por dos procesos de traslado dimensional seguidos, me llevaron enseguida al hospital militar más cercano, fuera del centro de investigación.

El Portal | David Olier

El Portal | David Olier

Por eso sigo vivo. Por eso soy el único de mis compañeros que sigue vivo. Y por eso el ejército se empeña en mantenerme con vida. Soy el único que ha estado allí. Soy el único superviviente del equipo científico que causó este desastre. Y ahora nada ni nadie puede acercarse a ese endemoniado portal.

Aunque poco importa. La humanidad está sentenciada. Mi equipo y yo la condenamos a la extinción.

Y ni siquiera tengo el derecho de arrancarme la vida del pecho.

Escrito por David Olier para el blog El Rincón de Cabal

Relato: El Portal


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Sobre el autor


Cabaltc 3578 veces
compartido
ver su blog

El autor no ha compartido todavía su cuenta El autor no ha compartido todavía su cuenta

Dossiers Paperblog

Revistas