Revista Literatura

Relato: Eva

Publicado el 13 marzo 2015 por Cabaltc

Una Mujer Bajo la Lluvia

Sam no estaba seguro de si aquellos ruidos que estaba escuchando en la frontera que separa la vigilia del mundo de los sueños eran una señal extraordinaria o el presagio de un terrible desastre. Pero algo en lo más profundo de su subconsciente le transmitió una poderosa sensación: fuera lo que fuera, aquello iba a cambiar su mundo por completo.

Nunca podría olvidar el sonido que le despertó aquel día, el de alguien llamando a la puerta trasera de su casa, aquella que conectaba el jardín trasero con la cocina. Así como tampoco iba a poder olvidar la desorientación y el desconcierto que sintió al girar el pomo de la puerta aquella madrugada, todavía medio dormido e intentando imaginar quién podría ser.

Sin embargo, lo que ni en un millón de años hubiera llegado a imaginar fue el encontrar a Lydia, su amiga y amor platónico, a la que siempre había considerado como la mujer de sus sueños. Empapada por la lluvia, anegados sus ojos por las lágrimas y descalza aquel jueves siete de octubre del 2010.

-Sam… te necesito… -dijo ella entre sollozos.

-Joder Lyd… pero si estás empapada ¿Qué te ha pasado? -Balbuceó todavía adormecido-. Deja que coja tu abrigo y…

Un sonoro estornudo dejó la frase sin terminar, pero actuó como un impacto físico para su mente. La maquinaria del cerebro de Sam se desperezó por completo y empezó a enviar señales de alarma por todo su cuerpo. Algo no estaba bien.

-Pasa dentro y me cuentas -dijo mientras le pasaba su brazo por los hombros para acompañarla dentro. Al ver el gesto de su rostro y el temblor de sus brazos añadió-. No te preocupes Lydia, sea lo que sea estás conmigo. Todo va a salir bien.

«¿Cómo ha llegado hasta aquí descalza?» pensó mientras ambos entraban en la cocina y cerraba la puerta, dejando de escuchar el débil sonido de la lluvia.

El comienzo de una historia

Una vez dentro del cálido ambiente de su casa, de pié el uno frente al otro, Sam intentaba encontrar cuál de todas las preguntas que se le agolpaban en os labios tenía que formular primero. En un intento por intentar ganar algo de tiempo y ordenar sus ideas, repitió su ofrecimiento de coger la empapada gabardina a la par que extendía su brazo para ayudarla a quitárselo.

Sin embargo, ella esquivó bruscamente su intento de coger el abrigo.

-No puedo quitármelo Sam, no llevo nada debajo… he salido corriendo cuando… yo… James…-dijo de manera atropellada antes de callarse tan abruptamente como había empezado.

-¿Qué ha pasado? ¿Qué coño te ha hecho esta vez? -Exclamó enfurecido-. Si te ha puesto una mano encima le…

-Sam yo… No hace falta, de verdad.

-¿¡Qué no hace falta!? Ahora mismo voy a tu casa a partirle la cara -exclamó mientras extendía su brazo para coger las llaves de su coche.

-¡Sam! -Bramó Lydia, extrañamente calmada y serena. Un tajante tono de enojo que parecía no admitir réplica, algo que, por si no hubiera quedado claro, quedaba confirmado con aquella intensa mirada.

El cambio fue tan brusco que dejó a Sam petrificado a medio camino de la puerta de su cocina. ¿Cómo podía ser que unos segundos antes pareciera una mujer perdida y desamparada y ahora tuviera ese brillo en los ojos?

-Suéltalo de una vez Lydia, ¿qué es lo que ha pasado entre vosotros? Me estás empezando a asustar.

-No lo sé… Ha sido… Yo… No puedo… no puedo… -susurró Lydia volviendo al indeciso tono de antes.

-Vale, tranquila, ya ha pasado, ¿me oyes? -Dijo intentando tranquilizarla, si es que era lo que necesitaba… no estaba seguro-. Dame un minuto mientras te busco algo de ropa para que puedas ponerte. Puedes ir yendo a mi baño y darte una ducha caliente si quieres, ¿recuerdas dónde está?

-¿Primera planta, segunda puerta a la izquierda? -respondió sin pensárselo demasiado.

-Exacto, veo que todavía te acuerdas… -dijo Sam dejando entrever un viejo resentimiento.

-No fue hace tanto… -dijo aparentemente avergonzada-. Lo siento Sam, de verdad, no debería haber venido aquí, pero no sabía a quién más acudir. Nadie que me conozca tan bien como tú y en quién realmente pueda confiar. Todo se ha ido a la mierda… todo mi mundo está a punto de colapsar…

Y rompió volvió a romper a llorar.

-Vale, vale, tranquila, no hace falta que nos pongamos más melodramáticos -dijo todavía confundido por los acontecimientos-. Tu intenta relajarte en la ducha mientras te busco la ropa y preparo algo caliente, ¿de acuerdo?

¿Por qué?

Pero cuando Lydia entró en el cuarto de baño, Sam se quedó allí mismo, observando la puerta cerrada y con un millón de incógnitas dando vueltas en su mente.

¿Qué le había pasado? ¿Había sido James? Estaba casi convencido de ello, pero había algo muy extraño en la actitud de ella le decía que ahí estaba pasando algo más. Y lo que era más importante para él, ¿por qué había acudido hasta él? A pesar de sus numerosos intentos por remediarlo, siempre se había considerado como algo de segunda o tercera categoría, incluso menos. ¿Por qué ahora?

Sam no tenía ninguna de las respuestas para aquellas preguntas. Esperaba que cuando Lydia terminase de ducharse le contase en qué andaba metida.

Sin embargo la mayoría de las veces las cosas no salen como uno se espera.

Escrito por David Olier para el blog El Rincón de Cabal.

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