Revista Literatura

Rolando 2a Parte

Publicado el 30 septiembre 2011 por Aluminca

El día siguiente al enfrentamiento con Rolando conocí a quien sería mi primer amigo en la vecindad, se llamaba Rubén y tendría los mismos ocho años que yo tenía en ese entonces. Serían las diez de la mañana, cuando escuchamos llamar a la puerta, mi madre acudió a abrir y se encontró a un niño regordete y simpático que de inmediato le pregunto- Señora ¿Deja salir a jugar a su hijo?
- ay, m'hijo. No sé, es que luego me le pegan. Ya ves que todavía no conoce a nadie.
-Ándele, nomás aquí en el patio, aquí no se mete el Rolando.
- ¿Tú conoces al tal Rolando?
-Sí. Es de "Los de la calle de atrás" y ya hasta lo metieron a la cárcel una vez
-No me digas, pásate y te invitamos un taco en lo que nos platicas. ¿Le avisaste a tu mama que venias para acá?
-No esta, se va a trabajar, pero mi hermana me dio permiso.
- Bueno. Siéntate, Mira él es Noé, ¿Ya lo conocías?.
-Nomas de ayer en la tarde, que se peleo con Rolando (Yo agradecí profundamente la omisión de un par de detalles. Primero: Me conocía desde el día que me hicieron llorar en el otro patio y segundo: El encuentro con Rolando tuvo de pelea lo que yo tenía de Griego. El único golpe bien puesto que pude dar fue gracias a que lo tenían sujeto, sino ni ese le hubiera pegado, pero el hecho de callar mi vergüenza en su patio y el llamar pelea a la golpiza que me dio Rolando, le gano de inmediato mi simpatía) ¿Te llamas Noé? (Dirigiéndose a mi)
- Si. Noé Cruz, Respondí.- Y ¿Tu?
- Rubén. Vivo acá atrás en el otro patio, cruzando por los lavaderos de en medio.
- Bueno Rubén, pues platícanos de ese tal Rolando -insistió mi madre y añadió-¿Te gustan los huevos revueltos?
-Si muchas gracias, señora. Pos el Rolando Vive en" la calle de atrás" y es muy peleonero, hasta le pego a su papa y por eso lo metieron a la cárcel.
-¿Le pego a su papa?-Exclame escandalizado
-Si, vinieron patrullas y se lo llevaron a la cárcel.
Mi madre me miro sin poder disimular su gran preocupación. Al parecer me había echado un alacrán a la bolsa.- Voy a ir a hablar con su familia para que te deje en paz- Dijo resuelta.
- No ma' ya no creo que me quiera pegar.-Dije intentando parecer valiente pero con los huevos en la garganta.- ¿Me dejas salir tantito?
-Ándele, seño (Me apoyo Rubén) No'mas tantito y aquí cerquita.
-Pero con mucho cuidado y sin salir de la vecindad, preséntale a tus amiguitos ¿eh?
Salimos al patio y me fue contando.
- Nosotros ya tenemos tres años en la vecindad. Desde que murió mi padre, nos vinimos para acá.
- ¿tienes hermanos?
-Sí. Tengo dos. Nati y Ernesto. Nati estudia la prepa y Ernesto la secu y también le ayuda al carnicero, por eso le dicen "El Carnes"
-Ja, ja ja¿"El Carnes"? Suena bien vaciado, Manito. ¿Cuantos años tienen?
-Nati 16 y Ernesto 13. Mira esa es Nati (Y la vi venir desde la entrada de la vecindad, con una falda corta y calcetas altas, con andar seguro y provocativo. En ese momento me pareció la chava más guapa del mundo) ¿Verdad que esta bien chula? Mi mama le dice que se cuide, pero a ella le gusta tener novios, pero no de aquí de la vecindad. Ella tiene novios en su prepa.
Paso junto a nosotros y le jalo el pelo a Rubén mientras me echaba una ojeada rápida y preguntaba -¿Y este chavito, de donde lo sacaste?- Sin detenerse a recibir respuesta. Si el verla venir de frente era placentero, el verla alejarse, era como tocar el cielo. ! Que hermosa chamaca ¡y qué manera de mover el bote. Al llegar a su puerta y antes de entrar volteo y me pregunto directamente con una hermosa sonrisa picara -¿Que tanto ves, Flaquito? -y entro dejándome esa imagen grabada hasta el día de hoy.
- Te invito un agua de a tostón-Dijo Rubén. Despertándome de golpe.
- Órale.-Respondí gustoso, y echamos a andar hacia afuera de la vecindad. Casi frente a la vecindad estaba el mercado, era una serie de puestos de lámina y madera, en los que podíamos comprar "El Mandado", había carnicería, pollería, abarrotes y todo lo más esencial. Le pregunte que si en esa carnicería trabajaba su hermano y me respondió que no, su hermano trabajaba en otra carnicería, jugamos por unas dos horas y nos despedimos, quedando de vernos por ahí de las seis de la tarde.
Al volver al cuarto encontré a mi madre inclinada sobre su máquina de coser, apurada por terminar de coser la tanda de colchones que entregaría el día de hoy, aun faltaba llenarlos y teníamos que ir a comprar la borra, afortunadamente el lugar donde la comprábamos estaba a unas cuadras de distancia solamente. En el radio se escuchaba a Rocio Durcal Cantar "Sola". Su hermosa voz brotaba de la bocina, triste y melodiosa. Cuando vi el semblante de mi madre, comprendí hasta donde se identificaba con los sentimientos expresados en esa canción y quizá por vez primera entendí el dolor de mi madre y lo compartí, una especie de cosquilleo me recorrió el cráneo, era una mezcla de ternura y tristeza que me hizo abrir los ojos y ver a mi madre como una mujer que ha perdido a su hombre y no tiene sino a un niño en quien volcar su cariño pero a nadie con quien externar sus sentimientos mas profundos e íntimos. Una mujer que pierde a su marido a los 28 años de edad y tiene que salir adelante con un hijo de 7 años y tener que poner buena cara al mal tiempo. No tiene una misión fácil en la vida. Por un momento me vi tentado a llorar y lamentarme por la falta de mi padre, pero recordé las palabras pronunciadas por mi madre la noche anterior- "Dios me quito a un hombre, pero me dejo a este otro"-E hice de tripas corazón y me prometí nunca doblarme delante de mi madre, debía ser un apoyo para ella nunca un estorbo.
Con el paso de los días, fui conociendo a los demás vecinos de la vecindad y a algunos de "Los De Afuera" también, A medio camino entre la entrada y mi cuarto, vivían doña Lucha y sus nietos, del lado derecho y del lado izquierdo Rosa y sus hijos.
Doña Lucha era una simpática señora como de unos sesenta años y tenía seis "nietos" todos hombres desde dieciséis años hasta uno de tres, la madre de los niños trabajaba como secretaria en alguna oficina y prácticamente nunca se le veía en el día por la vecindad, incluso los fines de semana, llegaba ya oscurecido el día. Los "Nietos" eran un verdadero vendaval, desde el mayor hasta el menor. La pobre de Doña Lucha, a duras penas lograba someter a un par de ellos cuando ya se le habían desmandado los demás, era un trajín de todo el día y en no pocas ocasiones decidía renunciar y dejarlos en completa libertad. Justo frente a su puerta se encontraba la de "Rosa y sus Hijos". De quienes ya hemos comentado, así que ya te podrás imaginar la de desmadres que se organizaban en ese pequeño tramo del patio. Junto a Rosa, vivía Yolandita, una señora joven y con aires de niña popis que cuando no nos hacia enojar con sus desplantes de La Alta Sociedad, nos mataba de la risa con su falta de aptitud para las labores del hogar. Yolandita era dueña de uno de los tres televisores de la vecindad y te cobraba la hora de televisión a veinte centavos, de lo que yo me emparejaba cobrándole la misma cantidad por traerle las tortillas o un viaje de agua. Frente a mi puerta vivía Panchita, una señora mucho muy joven y negrita, con los mejores sentimientos y un marido muy hosco, ellos tenían otra televisión y Panchita siempre que podía me permitía ver las caricaturas y yo correspondía haciéndole los mandados sin cobrarle, su marido era un tipo chaparro y muy fornido, obrero de una fabrica cercana y como dije antes muy hosco, si llegaba a verme en su casa se molestaba cantidad y dejaba de hablarle a Panchita por el resto de la tarde, yo procuraba no provocar problemas entre ellos e intentaba ser simpático con el, pero sin conseguirlo. A espaldas de mi cuarto y solo divididos por una pared, vivían los Gómez, cuya familia contaba con cuatro hijas (Pero hijas de su pelona, eran verdaderamente temibles y osadas) La mayor de nombre Lourdes, se arreglo con mi mama para hacerle el quehacer de la casa y cuidarme cuando mi madre no estuviera, la segunda Carmen tendría unos doce años y ya se sentía señorita, la seguía martha una niña flaca como popote pero mucho muy fuerte ( A sus diez años cargaba dos botes de agua a pulso, lo que me apenaba horrores pues yo de ocho solo los aguantaba a medias o llenos pero con aguantador y si tantito me entumía, me bajaba las clientas de mi patio) y por ultimo estaba Olga de ocho años igual que tu servilleta y muy especial para mí, ya te platicare por qué. Esos son algunos de los vecinos de quienes hablaremos más adelante.
Pasaron varios días sin tener noticias del Rolando y poco a poco fui integrándome a la palomilla que aunque lentamente, ya me iba aceptando, gracias a que Rubén me incluía en todos los juegos. Un día mientras jugábamos Stop (En el piso se dibuja un circulo, dividido en gajos con los nombres de diferentes países o regiones y cada niño es representante de una. Uno de los niños elegido por sorteo inicia el juego gritando- ¡Declaro la guerra en contra de......- y mientras todos se preparan a correr. Termina-.......Alemania!-y quien representa a Alemania debe saltar al círculo central y gritar -¡Stop! después deberá elegir al jugador que considere más cercano y adivinar por calculo la distancia que los separa -España a seis pasos normales- los demás chiquillos pueden dejar sus puestos y corren a atestiguar el conteo de pasos cuidando que no se alarguen o acorten y van coreando- unooooo, doooos treees, cuatrooo...- hasta llegar a el jugador elegido si el cálculo fue bueno se castiga a quien se le declaro la guerra , de lo contrario se castiga a quien la declaro) Vimos venir a Rolando y suspendimos momentáneamente el juego, se dirigió directamente a mí. Saludando-Quihubo chavo, ¿Que jais?
- ¿Que jais? Respondí temblando de miedo.
-Tranquilo, nadie te esta haciendo nada. O Que ¿Sientes pelos?
- ¿Pelos? ¿De quién? - Intentando disimular mi miedo.
- Chale, chale. No te pongas sabrosito, porque te la asegundo.
-Así serás bueno, poniéndote con los chicos. Pinche encajoso, culero
- Ya vámonos, manito- Escuche decir con voz entrecortada a Rubén.
- A ustedes quien los mete, pinches escuintles. Yo vengo a ver a este chavillo a ustedes ni los fumo, enanos metiches. Además no vine a pelear, vengo a hacer las paces contigo- Mirándome directamente. Mi miedo disminuyo, aunque sin desaparecer del todo.
-Ay si, wey.- Conteste incrédulo.
- Me cae de madre. Me gustas pa' mi cuate, pero ese día, me mentaste la madre y no ha nacido el wey que me la miente sin que se la raje.
- Tú me la mentaste primero.
- ! Chinga tu madre ¡¿Yo cuando?
-¿Ya ves?!Chinga la tuya ¡
Su risa resonó en toda la cuadra, relajándonos y contagiándonos de ella, -¿Ves como no entiendes? Eres un pinche broncudo- Me dijo entre risas y propuso -¿Cuates wey?- Estirando la mano. Las dudas me invadieron ¿Y si le doy la mano y me descuenta? Este no necesita descontarme para madrearme. Me respondí y estire la mía - !Cuates¡ exclame mientras estrechaba su mano.
-¿Y yo? Pregunto Rubén
-Tú preséntame a tu hermana- Respondió Rolando, para de inmediato estrecharle la mano también y consolarlo- No es cierto. A esa yo me la presento sólito, Cuñado.- Nuevamente reímos todos y mientras los demás chamacos firmaban amistad con el Rolando seguimos riendo y bromeando. Una vez que se terminaron las bromas, Rolando se despidió y mientras se alejaba volteo un momento y nos recordó- Cuates ¿eh?!Hijos de la chingada ¡- Y arranco a correr seguido por nosotros que no parábamos de reír a pesar de la mentada. Fue una de las pocas veces en que una mentada de madre me ha parecido graciosa y a pesar de la mala fama o quizá gracias a ella, me sentí orgulloso de tener a Rolando como nuevo amigo y ahora al recordar. Sé que tenía razón al estarlo.

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