Revista Diario

SalyArte

Publicado el 01 mayo 2014 por Mamenod
Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un evento que me encantó. Fui invitada a un encuentro literario en Chiclana, (SalyArte) que se celebró en pleno corazón de las marismas. El motivo de aquella reunión no era otro que juntar en un espacio agradable a muchos aficionados a la literatura de Cádiz, San Fernando, Chiclana y Conil entre otros, para compartir al menos un poquito de lo que hacemos. Si os digo que a las palabras vinieron a acompañarles las canciones de dos cantaautores y el sonido de los violines, creo que no hace falta explicar mucho más de los ingredientes para que os llegue el aroma y el sabor del éxito de la receta. El museo de la sal, con sus parihuelas colgadas de la pared y su burrito salinero de madera, añadieron ese quejío de la tierra que me hace sentir en paz conmigo misma, esa sensación salada que representa mi origen y las raíces que me unen al suelo con fuerza. La cena, compartida en el intermedio entre los poemas y los sueños, me supo a confianza y a pasión repartida.Yo, por mi parte, empecé como ya sabéis que yo soy: "no, igual no leo nada, no me conoce nadie"...Pero justo cuando empezaba a latir el minuto dos del tiempo disfrutado, también como ya me conocéis, vi el micrófono, busqué el hueco y al final, leí dos veces y no me apunté a la tercera por no ponerme "pesá". ¡Qué os voy a contar de mí que vosotros no sepáis!En el primer bloque, donde el tema sobre el que giraban los textos era "la vida", leí una de las entraditas que dejé una vez por aquí y que no os voy a repetir. Para el segundo, elegido con intención de homenajear al amor, les dejé un pequeño relato que había escrito esa misma mañana, casi un rato antes de ir al evento. Ese, si os parece, os lo voy a copiar por aquí, por si acaso os apetece echarle un vistazo.En fin, como dice el otro: más feliz que una perdiz....SalyArte
Doña Rosita y el amorEl amor se topó con Doña Rosita una tarde soleada en que ella iniciaba su paseo habitual. Sólo fue mirarla y el sentimiento supo enseguida que aquel día, aquella mujer menuda tenía que ser la elegida. 
Fue fácil darse cuenta de que llevaba demasiado tiempo esperándolo y al amor le produjo tanta ternura su figura algo vencida y su andar vacilante, que aquel diablillo travieso movió la cabeza con rabia, volviendo a repetirse a sí mismo la vieja excusa conocida de que ya no daba abasto.Después de esa primera impresión que se quitó de la cabeza exhalando un suspiro, volvió al trabajo con la resignación con la que reanudamos los lunes, y se dedicó a la compleja tarea de cambiarle a Rosita la vida.Primero empezó con la alteración de las pulsaciones, no mucho, sin exagerar, cuidando de no molestar el corazón de la anciana. Después fueron unas dosis de sonrisa tonta, incluso un poquito de rubor en las mejillas. Para terminar, antes de dar el último toque mágico con arco iris de colores y lluvia de estrellas, se acercó despacito a la mujer que paseaba ensimismada, y le susurró un nombre que a ella le entró por los oídos y se le instaló en el alma con la calidez de la chimenea en una noche de invierno.Aquella tarde, sin saber por qué, Doña Rosita notó que en el paseo no encontró la tranquilidad que tanto buscaba. El gesto galante, el porte distinguido, aquella sabiduría vieja y una complicidad compartida. Todo le traía el recuerdo de un nombre, de una cara, de un hombre. Sintió un escalofrío recorrerle la piel y una sonrisa instalarse en sus labios. 
“Vaya por Dios”, pensó para sí, ¿pues no parece que me he enamorado?  

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