Scary Mary

   Parecía haberse ganado el sobrenombre de Scary Mary* desde el primer día que dejó la institución atrás para afrontar la escolarización en un internado femenino. Rayaba por aquel entonces la corta edad de diez años, pero su pequeña estatura y su cuerpo flaco le hacía parecer aún más niña.
   Llegó ataviada con un vestido antaño blanco pero que ya amarilleaba. Sacado de varias décadas atrás. Corto hasta las rodillas. Rebordeado en encaje y con mangas de farol. El vestido y su piel compartían color. También sus ojos eran pálidos, contrastando fuertemente con su lacia melena oscura que caía lisa hasta su cintura.
   Todos dieron por sentado que no estaba bien, que portaba alguna enfermedad en los huesos, algún tipo de anemia. Sus ojeras no ayudaban. Tampoco lo hacía el olor antiséptico a hospital que desprendía.
   No tardaron más que unas horas en apodarla de aquella forma. Se negaba a obedecer, a aprenderse la lección, a comer y a dormir. Su única palabra en el poco tiempo que permaneció allí fue Mary, como respuesta a la pregunta que le formuló la maestra nada más entrar en el aula.
   Scary Mary abandonó la institución pocos días después. No fue la primera ni la única institución escolar que la expulsó en apenas dos años. Todos los intentos fueron nulos. Hasta que regresó al sanatorio. Una vez allí, volvió a ser la niña dócil y obediente de siempre, aunque algo en su mirada hizo que aquel apodo maldito se trasladase con ella.
*Scary Mary,  tomado prestado de la  serie The Vampire Diaries